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Historias de Gipuzkoa
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Teresa de Escoriaza, reportera de guerra y pionera de la radioAun adolescente, salió de San Sebastián para estudiar bachillerato en Madrid, luego marchó a Burdeos donde se tituló como profesora, y amplió estudios en las universidades de Liverpool y Madrid. Con la ambición de continuar progresando, a los veintiséis años embarcó rumbo a los Estados Unidos. Se ganó la vida enseñando castellano y francés, y en sus ratos libres escribiendo pequeñas crónicas sobre la vida cotidiana norteamericana que enviaba al periódico 'El Liberal' de Madrid bajo el seudónimo de 'Félix de Haro'. Así se reveló como una de las más interesantes plumas del periodismo en la Edad de Plata de la cultura española. Pero, para sorpresa de muchos, se reveló sobre todo como mujer.
Acreditada por su diario, en 1921 fue enviada a cubrir la Guerra de Marruecos, siendo la primera en penetrar hasta trincheras y blocaos para narrar el conflicto desde el mismo frente. Hace ahora cien años puso voz a las primeras emisiones de radio en España. Tradujo libros, escribió decenas de crónicas y artículos, y también una novela, 'El crisol de las razas', historia de amores y amarguras ambientada en Nueva York en vísperas del crac del 29. Y muy especialmente se batió por la causa feminista con sentido crítico, sensatez y apostando por la cooperación entre hombres y mujeres.
La Guerra Civil le sorprendió en Estados Unidos dando clases en una universidad pública de Nueva Jersey. Nacionalizada norteamericana, permanecerá en el país hasta que, al llegar a la última curva de su largo periplo, regresó a su ciudad natal, a San Sebastián, donde fallecería en julio de 1968 a los 76 años. Así cerró el círculo de su vida Teresa de Escoriaza Zabalza, mujer culta, ambiciosa y valiente, de enorme personalidad, que quiso ser libre y extender la libertad sirviéndose de la palabra, tanto en castellano, en inglés como en francés, en defensa de la igualdad y de la justicia social.
Teresa era hija de la navarra Dolores Zabalza y del tolosarra Blas de Escoriaza, secretario del Consejo de Administración de la Compañía del Tranvía de San Sebastián desde su constitución en 1887. Por los conocimientos técnicos que tenía Blas unidos a su dominio del francés, fue delegado para las negociaciones y contactos con empresas extranjeras que participaron en el proceso de electrificación del transporte urbano donostiarra. En su padre parece que tuvo Teresa al principal acicate para el estudio de lenguas.
Ella aspiraba a formarse como «un ser completo» y a que como tal se la reconociese. Por «ser completo» entendía una mujer que pudiera desarrollarse íntegramente como persona dotada de corazón, cerebro y espíritu, en igualdad de derechos con el hombre pero sin renunciar a sus propias cualidades, pues consideraba aberrante que para ocupar el espacio público ellas debieran convertirse en réplicas del varón.
En una década, la de los veinte, que vio emerger un nuevo tipo de mujer con aspiraciones en lo educativo, lo laboral y lo político, Teresa de Escoriaza destacó en su labor periodística como promotora de la libertad femenina que, a su juicio, vendría dada por el trabajo y la independencia económica. Ella no se conformaba con escribir y con hablar sobre los temas usualmente reservados a las pocas mujeres periodistas de entonces (moda, hogar, infancia, cosmética y cuidados, etc.), sino que abordaba otros asuntos e incluso tabúes como la sexualidad femenina. De manera natural, desprejuiciada y sana, afirmaba que «en una vida de mujer, como en una vida de hombre, la sexualidad constituye una determinante, acaso la determinante más decisiva», apostillando que «es grotesco el pretender que en público seamos ángeles, sin perjuicio de desear que en privado seamos demonios. Ni lo uno ni lo otro. Somos mujeres, ni más ni menos».
Al inicio de la radiodifusión, en 1924, Teresa se implicó en el nuevo medio, en el que veía enormes potencialidades para la apertura mental y social de la mujer. Como una piqueta contra el «aislamiento espiritual» al que estaban sometidas millones de amas de casa, la voz de Teresa difundió las ideas feministas a través de Radio Ibérica, emisora en la que también dirigió cursos de lenguas extranjeras precursores de la radio educativa en España.
Se discute entre especialistas sobre quién fue la primera corresponsal de guerra de la prensa española. Por cronología, la respuesta más evidente es Carmen de Burgos, conocida como 'Colombine', que cubrió en 1909 la Guerra de Melilla. Sin embargo, algunas investigadoras otorgan a Teresa de Escoriaza la consideración de pionera del reporterismo bélico porque, a diferencia de su colega, la guipuzcoana no se conformó con visitar hospitales y campamentos de retaguardia, sino que, hasta donde pudo y le permitieron, se adentró en las líneas de combate para conocer por sí misma la verdad de la guerra (al punto que, por su temeridad, en cierta ocasión el legionario Millán Astray le dio una severa reprimenda).
Otro aspecto que se ha destacado de la periodista es el tratamiento indiferenciado de ambos bandos: en sus crónicas, españoles y rifeños aparecen por igual como víctimas de la barbarie, con especial atención hacia el sufrimiento de los civiles, las mujeres y los huérfanos. Sus descripciones son, en conjunto, de gran crudeza y realismo: «Yo no he venido aquí para alzarme sobre las cumbres de la fantasía, sino para descender a los valles —valles de lágrimas— de la realidad», escribió en uno de sus artículos luego recopilados en el libro 'Del dolor de la guerra'.
Mujer combativa y crítica, atrevida y franca en sus manifestaciones, Teresa nunca ocultó sus avanzadas ideas sociales ni su ideología izquierdista, tanto si gustaban como si no. Un par de ejemplos de sus años en Estados Unidos lo ilustran. Al enterarse de que el estado de Nueva York había decidido prohibir a los profesores españoles dar clases de su idioma, cosa aceptada en el resto del país, en un tono entre indignado y sarcástico apeló a las autoridades a que dejasen trabajar a los docentes cualificados y a que se ocuparan con mayor provecho de los emigrantes españoles analfabetos, a los habría que proteger «contra la explotación de que a menudo son víctimas en aquel país de libertad».
Segunda anécdota. En la universidad donde impartía, dos alumnos fueron sorprendidos en acto amoroso. La chica fue expulsada, el chico sancionado mínimamente. Teresa montó en cólera y denunció públicamente la perversa moralidad del campus, pues si bien lo que hizo la pareja era del peor gusto —decía—, ninguno de los dos mereció castigo o, en caso contrario, debería ser el mismo para ambos.
Por esta y otras actuaciones, 'Miss Scori', como sus alumnos llamaban a la carismática y siempre elegante profesora que daba lecciones no solo de lenguas sino también de vida, se ganó el respeto y el aprecio general. Aún hoy, una de las aulas de la Montclair State University de Nueva Jersey se denomina 'Escoriaza Room' y desde hace años se concede la 'Teresa de Escoriaza Scholarship', beca anual para estudios en España.
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Josu Zabala Barandiaran
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