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Historias de Gipuzkoa

Los verdaderos elefantes que se bañaron en La Concha

Los cinco paquidermos que aparecen en las famosas imágenes actuaban en el circo Palisse en 1923, y no en el Krone en 1928 o 1929, como se asegura en los últimos años en sitios de Internet y redes sociales

Antton Iparraguirre

San Sebastián

Domingo, 11 de agosto 2024

Elefantes en plena playa de San Sebastián. ¿Se imagina estar dándose un chapuzón en La Concha y encontrarse en su camino hacia el gabarrón o la isla con un elefante? A los grandes paquidermos también les gusta el mar, como lo prueba esta foto tomada el 30 de julio de 1923, en el que aparecen cinco ejemplares montados por sus cuidadores en el arenal donostiarra. Todos ellos pertenecían al circo francés Palisse, considerado el más importante de Europa. Protagonizaron unas curiosas imágenes que tiene una historia con mucha miga, aunque lógicamente no lo suficiente como para saciar a uno de estos enormes animales.

El circo Palisse, creado por el clowns y adiestrador de perros francés M. Alexander Palisse, llegó a San Sebastián a finales de julio de 1923 tras asistir a los Sanfermines de Pamplona. Hizo su entrada en la Estación del Norte en dos trenes especiales que transportaban 46 vagones. Viajaban 180 artistas y «la más grande colección de fieras del mundo entero». El pabellón se instaló en los terrenos de Amara y su carpa, de 34x65 metros, era capaz de albergar a 3.200 espectadores. Los expertos en el mundo circense consideran que sus funciones eran «verdaderamente notables», especialmente por «la colección de hermosas y variadas fieras», que suponían «el atractivo principal» de su espectáculo.

A las once de la mañana del día 30 de ese mes, para promocionar su estancia en la ciudad, los responsables del circo decidieron sacar de paseo a los paquidermos, que acabaron dándose un baño en la playa de Ondarreta ante la sorpresa mayúscula de los vecinos del barrio de El Antiguo. A ellos se unieron más tarde cientos de ciudadanos, y también llamó la atención del alcalde de San Sebastián, Felipe Azcona, y del gobernador civil de Gipuzkoa. El inédito espectáculo protagonizado por los elefantes (se llamaban Rosita, Lechincy, Punchy, Tony y Lucy) fue tan comentado en la ciudad que al día siguiente, Día de San Ignacio, patrón de Gipuzkoa, acudieron la propia reina María Cristina junto a las infantas doña Luisa y doña Isabel Alfonso. Las tres se encontraban en la residencia veraniega de los monarcas, el palacio Miramar. El día 28 habían acudido a la función inaugural y una de las actuaciones que más les sorprendieron fue la presentación en la pista de los cinco elefantes por parte de una domadora, Madame Mahrana.

Parece que les gustó el baño en La Concha. Pascual Marin / Kutxateka
Los elefantes son sacados del agua. Pascual Marin / Kutxateka
Los eleafantes se adentran en el agua. Pascual Marin / Kutxateka
Los elefantes con la isla al fondo. Pascual Marin / Kutxateka
La reina María Cristina observa el baño de los elefantes en La Concha. Pascual Marin / Kutxateka

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Durante los días que el circo estuvo en San Sebastián, los elefantes repitieron su baño matutino autorizado por las autoridades, como lo atestiguan las fotos firmadas Pascual Marin y que se pueden admirar en la web de Kutxateka. En los últimos años sitios de Internet y redes sociales se han hecho eco de las mismas, pero señalan que los elefantes pertenecen al circo alemán Krone y datan las imágenes en los años 1928 y 1929. Fuentes de la Fototeka han indicado a DV que «la confusión tiene origen en una catalogación previa errónea del archivo, que las asignaba al circo Krone. Una vez que algo erróneo se difunde en la Red, son infinitas las ramificaciones».

Los responsables del circo Palisse informaron a la prensa local que los cinco paquidermos comían «horrores» y cada vez tomaban 60 litros de agua cada uno. El mayor de ellos pesaba tres toneladas y media, el más viejo decían que contaba más de cien años, y el más joven 19.

Alexandre Palisse, fundador del circo. CPA
Imagen - Alexandre Palisse, fundador del circo.

La presencia de elefantes en los circos no es de extrañar, ya que están considerados como una de las especies más inteligentes del reino animal, junto a los primates, delfines o cetáceos. Tienen una memoria extraordinaria y poseen habilidades cognitivas complejas gracias al tamaño de su corteza cerebral, que es la más grande de todos los animales. Su cerebro es similar al de los humanos en términos de estructura y complejidad; por ejemplo, el córtex del elefante tiene la misma cantidad de neuronas que un cerebro humano, lo que​ sugiere que existe una evolución convergente.​

Además de estos cinco espectaculares elefantes el circo Palisse ofrecía en la pista los espectáculos de 32 osos polares, a los que alimentaban con pan, carne cocida y leche; 10 osos del Cáucaso; 10 tigres de Bengala, Sumatra y Siberia (uno de ellos pesaba 144 kg); 12 leones africanos (que en cada comida ingerían 21 kilos de carne y «rugían como en la selva», según los espectadores); 42 caballos (húngaros, árabes e irlandeses); 22 ponneys de Shetland; cebras; camellos; búfalos; lebreles rusos y 56 monos. En este peculiar zoológico ambulante, que podía visitarse previo pago de una peseta, se podía admirar incluso una hiena. En esos años un domador podía ganar de 200 hasta 1.000 pesetas por función.

Se desconoce si en San Sebastián ocurrió lo mismo que en Alicante ese mismo año, algo insólito. El circo ofreció una compensación económica para las personas que «provean» de gatos al circo a fin de ser arrojados a las fieras como comida. Tampoco consta en la prensa donostiarra noticias como la datada en Bilbao, donde se sacrificaron varios caballos. En algunas ciudades españolas los cuidadores de los exóticos animales compraban también mulos, burros viejos y, supuestamente hasta perros, para alimentarlos.

Interior del circo Palisse en los años 20.

Ya en 1923 había contrarios a la presencia de elefantes, osos, tigres, leones... en los circos. El prolífico escritor y periodista vanguardista Gómez de la Serna criticó a los domadores que maltrataban a sus animales. «Algunos les hacen beber vino, a otros les hacen morfinómanos, a otros les dan éter (…). Hay que tenerlos contentos y alimentar sus vicios. ¡Las domadoras, a qué otros extremos no llegarán para que sus leones o sus perritos hagan lo que quieren!». Esta corriente fue ganando adeptos conforme pasaban los años. Hubo que esperar al siglo XXI. En el artículo 19 de la primera ley de Protección de los Derechos y el Bienestar de los Animales en España, aprobada el pasado año, se advierte de que queda totalmente prohibido «el uso de animales pertenecientes a especies de fauna silvestre en espectáculos circenses».

Pero no se puede olvidar que Alexandre Palisse no se limitaba a los espectáculos con animales. Ofrecía, además, al público más de veinte atracciones, con malabaristas, equilibristas -algunas actuaciones eran con bicicleta sobre el alambre- y trapecistas que se presentaban como 'Las águilas humanas'. Y no podían faltar los payasos, que lograban sonoras carcajadas del público con sus originales dotes de humor y parodias.

Los elefantes del circo Krone

Las imágenes sobre los elefantes bañándose en la playa de La Concha erróneamente atribuidas al circo alemán Krone en páginas de Internet y en redes sociales tienen un sustento histórico que pudo generar la confusión con el Palisse.

Elefantes del circo Krone en San Sebastián. Marin / El Pueblo Vasco

En mayo de 1928 los responsables del circo Krone pusieron un anuncio en el periódico local 'La Voz de Guipuzcoa' ante su próxima presencia en San Sebastián. Bajo el epígrafe «ofertas urgentes» señalaba que necesitaba paja, heno, avena, alfalfa, leña, cok, serrín, gasolina, aceite, pan, leche y trigo. También burros y mulas vivas para las fieras y habitaciones para el personal.

El 13 de junio de 1928 el internacionalmente afamado circo, dirigido por Carl Krone, llegó a San Sebastián, procedente de Pamplona, al igual que ocurrió cinco años antes en el caso del Palisse, en nueve trenes especiales que portaban 240 vagones. Instaló su carpa en los terrenos del campo hípico en Amara. Se necesitaron 15.00 metros cuadrados para instalar su ciudad ambulante. Muchos de sus artistas recorrieron las calles de la ciudad para sorpresa de los viandantes «por sus indumentarias y por su aspecto exótico, sobre todo las mujeres».

Al día siguiente ofreció su primera función. Arrancó a las diez de la noche, con un «entradon insuperable». Fueron tres horas de espectáculo «sin un momento de descanso». Destacaban los números de acrobacia y de adiestramiento de fieras, las actuaciones de los payasos, los jinetes y las gimnastas. Hasta el día 19 se celebraron dos funciones, a las cinco de la tarde y a las nueve de la noche. Los asientos costaban entre 2 pesetas las más baratas y 20 las más caras.

En el circo trabajaban un millar de personas, de ellos 250 artistas, y contaba con unos 800 animales. Había 240 caballos, 24 elefantes, 60 tigres y leones, 50 camellos y dromedarios, 15 cebras, 25 osos. El gasto diario para mantener toda la infraestructura ascendía a unas 20.000 pesetas diarias.

Imagen principal - Los verdaderos elefantes que se bañaron en La Concha
Imagen secundaria 1 - Los verdaderos elefantes que se bañaron en La Concha
Imagen secundaria 2 - Los verdaderos elefantes que se bañaron en La Concha

En una entrevista en 'El Pueblo Vasco' su gerente, Carl Krone, afirmaba que «los que mejor trabajan son los 24 elefantes». «Entre ellos se encuentran tipos de una individualidad aun más pronunciada que en los leones y en los tigres», subrayó. «Hay elefantes muy malignos -prosiguió-, que no sirven para un circo ambulante. Regalé a un parque zoológico un viejo ejemplar atacado de vértigo (locura). Tengo otro joven que durante las representaciones chilla como un niño mal educado y contagia a toda la grey con sus chillidos». Pero sin duda el más famoso era 'Loecky', al ser considerado el elefante más grande de Europa. Pesaba 6.250 kilos y medía tres metros de altura. Fue cazado en la India y llevado al parque zoológico de Londres, donde fue comprado por el circo.

El gerente del circo Krone afirmaba que otro paquidermo «es un verdadero maestro en deshacerse de sus ataduras en las patas. En una ciudad de Sajonia se fugó una mañana muy temprano, encontró una panadería y se comió todo lo que había en el escaparate. Pues de buen humor por este éxito se introdujo en un cuartel, poniendo en fuga precipitada a los centinelas. Allí mismo le atraparon sus guardianes. Otro tenía tanto miedo a los cerdos, que expresamente, para quitarle tal miedo llevo conmigo dos cerdos, que hago pasar dos veces al día por su cuadra para que se acostumbre a ellos».

  1. Alarma por una reyerta entre dos empleados del circo Krone

'El Pueblo Vasco' publicó pocos días después una información con el titular «Una reyerta entre empleados que produce gran alarma». Esta es la crónica del periodista: «El domingo por la tarde sostuvieron en el Circo Krone una reyerta dos empleados del mismo, de nacionalidad alemana, llamados Josef Hubert, de veinticinco años, y Josef Feilimbar, de veintiocho. Uno de estos individuos, al acalorarse en la disputa, sacó una pistola de gases asfixiantes, con la que hizo un disparo.

La detonación asustó a aun elefante que en aquel momento salía de su jaula, emprendiendo una carrera por los alrededores del parque, aunque por fortuna fue prontamente reducido y vuelto a su guarida. Tanto el disparo como la carrera del paquidermo causaron la consiguiente alarma entre el numeroso público que llenaba el parque. Hubo sustos y carreras, aunque afortunadamente no hubiera que lamentar ninguna desgracia, y solamente fueron asistidas en el botiquín de urgencia algunas señoras a quienes el susto produjo síncopes y desmayos».

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