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La carga de los cuidados en los hogares vascos se dispara por el aumento continuo de dependientes. Y no solo eso. Las viviendas que tienen ... que hacer frente a gastos extraordinarios por la atención a estas personas han alcanzado cifras récord en Euskadi y ya son 80.089. En apenas dos años han aumentado un 9,7%, según un informe que evalúa los problemas y necesidades sociales del País Vasco, elaborado por el sociólogo Luis Sanzo González en función a los resultados de la encuesta de necesidades sociales de 2022. Este repunte «se vincula al incremento en la incidencia en la atención a personas residentes fuera del hogar», que ha pasado de un 2,9% a un 3,8%.
Así, se concluye que aunque el peso de la atención a personas dependientes supone cada vez un gasto mayor, esta evolución está «muy condicionada» por el incremento de un 19,2% del número de hogares en Euskadi entre 2006 y 2022. Dentro del hogar, se lee en el documento, «los gastos extraordinarios se vinculan en lo esencial a situaciones de dependencia especial», y el porcentaje de familias en esta situación alcanza el 39,9%. «Un 79,6% de los hogares con gastos extraordinarios relacionados con personas dependientes en el hogar se vinculan a la atención a quienes tienen dependencia especial». En cualquier caso, más que aumentar los recursos económicos que se necesitan para cuidar del dependiente –en este grupo se incluye a menores, mayores, enfermos, personas con discapacidad y toxicómanos– en su propia vivienda, lo que crece es el gasto para prestarle apoyo fuera de su domicilio.
El mayor impacto de los recortes de gasto, con implicaciones para las personas atendidas, se detecta en los hogares de mujeres y de personas mayores de 65 años y en los afectados por situaciones de privación económica.
80.089
hogares vascos tienen gastos extraordinarios ligados a la atención de personas dependientes.
En paralelo al repunte del volumen de grandes dependientes, explica el informe, en 2022 aumenta el número de personas cuidadoras. Esto se traduce «en un incremento del volumen de personas de 15 o más años que, dentro del hogar, realizan tareas de cuidador por razones de enfermedad, discapacidad o ancianidad». De 2018 a 2022, última etapa analizada, se registra un aumento de más de 13.000 cuidadores, pasando de 60.414 a 73.818 en apenas cuatro años. De todos modos, si se compara con los niveles de 2006 o 2010 las cifras son más bajas.
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La situación es compleja y lo que parece evidente es que los cuidados son un reto cada vez más grande para la sociedad vasca, así como para la guipuzcoana, que hace tiempo que se implica especialmente en atender a este colectivo. Los datos revelan que «la recuperación al alza del número de cuidadores dedicados a la atención de personas con dependencia especial se asocia al incremento de este colectivo necesitado y no a una mayor ratio personas cuidadoras/personas atendidas». Aumentan tanto los cuidadores hombres como las mujeres, si bien en proporción destaca el incremento de los varones, que pasa de un 2,73% a un 3,54%. Además, cada vez más personas que cogen este rol son mayores, normalmente de entre 65 y 74 años. Así, «las tareas de cuidado son asumidas mayoritariamente por personas de edad avanzada y por las mujeres, aunque con un mayor equilibrio por sexo del que se suele percibir socialmente».
El perfil del cuidador parece estar claro: una mujer mayor, aunque cada vez sean más los hombres. Es la tendencia de los últimos años, si bien «un rasgo creciente que les caracteriza» en los últimos años «es el incremento de las situaciones de carga que les afectan». Hay situaciones que reafirman esta realidad, como es que «aumenta el peso que representan las personas cuidadoras que deben dedicar horas adicionales de trabajo para la atención». El 3,04% de la población mayor de 15 años dedica más de una hora extra a esta tarea, «un registro solo superado por el 3,51% de 2010».
La evolución, además, «es muy similar en lo relativo a las situaciones de cuidado que implican algún tipo de impacto en la vida social». Así, después de aumentar de un 2,49% a un 2,95% de afectados mayores de 15 años entre 2006 y 2010, la incidencia de esta problemática cayó en 2014 para volver a remontar al 2,22% en 2018 y 2,57% en 2022.
Las situaciones que tienen un impacto en la ocupación habitual, como es el ámbito educativo o laboral, tienen una menor incidencia, pero una dinámica similar y si en su momento descendió el número de afectados por esta realidad, recientemente ha vuelto a subir. Lo mismo ha pasado con las familias en las que han aparecido «tensiones importantes» asociadas a las situaciones de cuidado en el día a día.
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