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El rescate de los atrapados el domingo en el Flysch requirió un despliegue doble de la Ertzaintza y el cuerpo de bomberos de la ... Diputación Foral de Gipuzkoa. Gaizka Etxabe, responsable del Servicio de Intervención de la Dirección de Atención de Emergencia del Gobierno Vasco, explica que «fue un domingo especial en el que, en el intervalo de pocas horas, el helicóptero tuvo que rescatar a una mujer de 73 años y un hombre de 74 de un acantilado de Mutriku, además de a los dos grupos del Flysch y a otro varón indispuesto en el monte Canto Pero en la sierra de Artzena (Álava)».
En la operación de Zumaia «participaron el piloto, un copiloto, un gruista y un rescatador. Ninguno de los liberados tuvo que ser atendido por lesiones pero es un rescate que puede ser delicado por el fuerte componente de extrés de los atendidos. Se pueden intentar mover mientras son subidos por el rescatador y las consecuencias pueden ser graves si se caen».
El rescate de las doce personas se realizó de una en una y relata Etxabe que «depende del tiempo que el helicóptero tenga que estar en vertical o estático, el consumo de combustible crece. Por eso fue necesario marchar a repostar antes de seguir con la tarea». Añade que «teníamos una embarcación preparada pero acercarse a la zona donde se encontraban las personas socorridas era demasiado arriesgado».
Primeramente fueron rescatados a una zona segura los ocho integrantes de un grupo de turistas franceses. Otros cuatro se encontraban junto a unas rocas, «en una zona que no se veía desde el Flisch, que sabíamos dónde estaba por la ubicación que nos mandaron, y a la que solo se podía acceder a nado», cuenta el cabo de bomberos Ugaitz Agirregomezkorta. «Tuvieron que ir allí dos compañeros con neoprenos. Se valoró subirlos con una cuerda pero el terreno era un poco irregular, también se barajó quedarse allí y abastecerlos hasta que bajara la marea, pero finalmente se consideró que la mejor opción era el helicóptero. El cuarteto estaba nervioso, pero mejor que los ocho franceses, así que les tocó esperar».
Etxabe y Agirregomezkorta coinciden en el mensaje a transmitir: «Hay que informarse antes de meterse en un sitio y, sobre todo, si es junto al mar. Con mareas vivas, siempre es peligroso acercarse».
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