Antonio Aretxabala (Vigo, 1963) tiene casi 30 años de experiencia en el campo de la Geología, con especial incidencia en los estudios de calidad del hormigón armado y los elementos que provocan su deterioro. Un material que en los últimos días se ha puesto en cuestión tras la tragedia del derrumbe del viaducto de Génova. Actualmente trabaja como investigador en la Universidad de Zaragoza y colabora con Iona, empresa navarra dedicada a la elaboración de estudios técnicos y controles de calidad de proyectos constructivos.
- ¿La causa de esa catástrofe fue un mantenimiento deficiente o la mala calidad de la estructura?
- Una de las causas es que el diseño era defectuoso. Se construyó en 1967 y le llamaban el puente enfermo, porque siempre estaba en obras. De hecho, los cálculos que han salido a relucir es que hubiese sido más barato construir uno nuevo que seguir pagando el mantenimiento de este. El problema ha sido que detrás había una trama de corrupción, por la que una o varias empresas de mantenimiento se beneficiaban, algo muy típico en el sector de la construcción en Italia.
«El de Génova es un caso de corrupción en la adjudicación del mantenimiento»
- Se ha conocido que el hormigón armado es un material con fecha de caducidad.
- Ha sido el gran invento del siglo XX y forma parte de todo el paisaje del planeta, pero no sabemos cuál va a ser su vejez. El hormigón es un material artificial pero pétreo, por lo que su comportamiento es comparable al de cualquier roca, pero no aguanta los elementos de tracción, y eso fue solventado al introducir el acero dentro de la estructura. Si le pones peso encima, la parte de tracción la hace el acero. Ese matrimonio funciona muy bien y lleva con nosotros 100 años, que es justo la edad vital que se le dio en buenas condiciones. Y muchas de las obras construidas ya han cumplido esa edad o están a punto de hacerlo. Cuando el hormigón se va haciendo viejo, la corrosión provoca que el agua y el oxígeno entre dentro y oxide el hierro. Este se hincha, y al hincharse produce efectos de tracción que el hormigón no soporta.
- ¿La pregunta que surge es por qué se ha utilizado -y se utiliza- el hormigón armado en casi todas las construcciones si se sabe que tiene tan poca durabilidad?
- Porque el ser humano creyó que iba a disponer siempre de la cantidad necesaria de recursos energéticos para construir y mantener las grandes obras. ¿Qué pasa si tenemos problemas de suministro? Pues que cada vez derivamos más dinero del crecimiento económico al mantenimiento de infraestructuras que ya existen, para quedarnos como estamos, algo trágico, porque ese dinero se podría invertir en otros aspectos como educación o sanidad. Si no disponemos de una fuente de energía barata, versátil y creciente no vamos a poder seguir construyendo este tipo de obras faraónicas. Si su sostenibilidad va a costar más que lo que cuesta la obra inicial, no tiene ningún sentido llevarla a cabo.
«Los antiguos construían para el beneficio público,y ahora no es así»
- Se entiende que cuanto más antiguas sean estas construcciones, más caro será el coste para su mantenimiento, por lo que la rentabilidad es nula.
- Exacto. Entre un 3 y un 5 % del dinero que se destina a nuevas construcciones debería destinarse a mantener las que ya existen. Con el tiempo ese porcentaje irá creciendo. Se habla de que España tiene una deuda de 6.600 millones de euros para el mantenimiento de infraestructuras que no se han ejecutado. El año pasado se destinaron 917 millones a mantenimiento de carreteras, cuando lo recomendable eran unos 1.500, por lo que esa deuda aumenta cada año. Desde el año 2008 ese déficit provoca que las frecuencias de inspección de estas estructuras no se cumplan.
«El hormigón ha sido el gran invento del siglo XX pero no sabemos cuál va a ser su vejez»
- Llama la atención la fragilidad de las nuevas construcciones cuando tenemos ejemplos de hace más de 2.000 años, como puentes, acueductos o catedrales, aún en pie.
- Lo que ocurre es que cuando los romanos proyectaban una obra lo hacían pensando que durase para siempre. Ahora se hacen las cosas a corto plazo y lo que ocurra después será problema de otro. Además los antiguos construían para el bien público, y ahora hacemos las cosas por hacer, con infraestructuras muchas veces sin sentido que solo buscan hacer negocio.
- ¿Hay que temer más casos a corto plazo como el de Génova?
- No, y además hay que recordar que la construcción que se realiza en España es una de las de mayor calidad de todo el mundo, y concretamente en Euskadi y Navarra esa calidad es aún mayor, porque se es muy celoso en el cumplimiento de las normativas y el mantenimiento se cumple a rajatabla. Tenemos como último ejemplo el puente de Muskiz, que une Euskadi y Cantabria, por el que pasan unos 55.000 vehículos diarios, que ha estado año y medio de obras. Lo sucedido en Génova va a provocar que esos controles y estudios sean más frecuentes y escrupulosos, si cabe.
- ¿Existe algún material más rentable para emplear en las nuevas infraestructuras?
- Todas las construcciones, aunque sean con nuevos materiales, necesitan disponer de grandes cantidades de energía que permiten su elaboración, construcción y mantenimiento, por lo que el problema de suministro sería el mismo.
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