Se cumplen 10 años desde que la gran cantidad de lluvia caída anegara multitud de puntos en Gipuzkoa. Los barrios donostiarras de Martutene y Txomin Enea se llevaron la peor parte. Una inversión de 35 millones hizo posible que sus vecinos pudieran volver a mirar sin temor al Urumea.
Los vecinos de Martutene de esta generación y de las cinco siguientes no volverán a sufrir inundaciones como las que ahogaron el barrio donostiarra de Martutene hace una década. Los más de 200 litros recogidos en el embalse del Añarbe desde el sábado hasta aquel ... domingo 6 de noviembre provocaron que el caudal del río creciera de tal forma que el agua anegó por completo toda la zona, donde sus vecinos tuvieron que ser rescatados en lanchas y volvieron a ver cómo sus casas y negocios se arruinaban.
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«Los 420 metros cúbicos de precipitación máxima que se midieron en la estación de Ereñozu» provocaron una «avenida de retorno» en el río de 50 a 100 años. Es decir, un caudal que solo se alcanza una vez en ese periodo de tiempo. Y que concretamente en Martutene, con un riesgo de inundabilidad mucho mayor -una vez cada década el río se desbordaba-, multiplicaba por cinco su limitada capacidad para asumir precipitaciones tan intensas como la de aquellos días. «Había avenidas de retorno cada 10 años», explica Aitziber Urquijo, aludiendo a la estimación hidrológica que marca las obras en entornos fluviales. «Ahora, aunque el riesgo cero no existe, estimamos un retorno de 500 años». Es decir, el Urumea no volverá a desbordarse en el barrio hasta dentro de cinco siglos.
¿Por qué? Porque la vega del río a su paso por Martutene ya no tiene nada que ver con la de entonces. Aquella inundación colmó la paciencia de los vecinos y forzó a la administración a actuar. En menos de una década, y después de una inversión de 35 millones de euros, los residentes en Martutene ya pueden mirar de frente al río sin miedo. Las obras de encauzamiento del Urumea desde el polígono 27 hasta pasada la colonia de El Pilar han cambiado no solo el urbanismo, sino que han reducido al mínimo el área de inundabilidad en una zona acostumbrada a enfrentarse con el Urumea cada vez que el cielo descargaba con ganas, y «más arriba», en Ereñozu, veían cómo el río empezaba a subir.
Las claves
Riesgo de inundación
«Aunque el riesgo cero no existe, ahora estimamos un retorno de 500 años», asegura Urquijo
Obras de encauzamiento
En Martutene se han recrecido los muros, duplicado la anchura del cauce y sustituido puentes
Próxima actuación
El próximo año URA quiere encauzar el meandro de Akarregi, entre Ergobia y Hernani
Urquijo es la responsable de Obras de la Agencia Vasca del Agua, URA, encargada de esta transformación que comenzó en 2015, y ha sido ejecutada en dos fases que están a punto de concluir. «Hidráulicamente la obra está terminada», explica. «El río está bien». Pero falta rematar algunas «mejoras» del sistema de saneamiento, bombeo de aguas residuales... y el paseo frente a la zona conocida como del Apostolado.
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Lo importante es que Martutene ya no se inunda, y el efecto se nota también «más arriba», en Okendotegi. Un paseo por la zona basta para comprobar el cambio. El cauce del río tiene el doble de anchura: se ha ampliado de 25 a 45 metros a lo largo de 1.350 metros. Se han sustituido los puentes y recrecido el terreno y los muros para aislar las viviendas, situadas «por debajo» del nivel freático. Y esa renovación ha permitido recuperar las riberas del Urumea para el paseo. «En esa zona siempre se había vivido de espaldas al Urumea, y ahora aún parece una obra dura por las escolleras pero se recuperará la vegetación». El río se suma así al barrio, como lo ha hecho en el nuevo Txomin con su parque fluvial y el nuevo puente de Espartxo que comunica el barrio con Uba.
Allí, no ha existido de momento obra hidráulica pero sí una completa reurbanización. El proyecto de URA se ha centrado en el barrio contiguo, Martutene. Aitziber Urquijo resume estos años de trabajo. «Lo primero fue detectar los obstáculos hidráulicos: puentes, cotas, riberas...» y una vez identificados se procedió a sustituirlos. En 2018 se terminó la primera fase, la ampliación de la anchura del cauce de 20 a 45 metros desde el puente hacia «arriba», hasta «una tubería de Aguas del Añarbe que acumulaba material y que se ha hecho subterránea». En este tramo, se han sustituido el puente de Martutene y la pasarela de la colonia del Pilar para hacerlos «diáfanos», sin «pilas» intermedias, y aumentar «su capacidad hidráulica».
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Desde entonces no se han registrado nuevos desbordes. Las últimas imágenes de crecidas y de vecinos rescatados en lanchas neumáticas son de 2015. «Fue un episodio importante», recuerda la responsable de URA, pero desde que se concluyó esa fase, hace tres años, los vecinos tienen ya una «sensación de seguridad» ante lluvias intensas como las de estos días.
Río arriba
En 2020 comenzó la segunda fase, entre el polígono 27 y el puente de Martutene, donde también se ensanchó el cauce, se retiraron edificaciones en la margen derecha, se han recrecido los muros y construido dos tanques de tormentas, uno en la zona del Apostolado y otro junto al puente, para recoger y evitar que la precipitación «se acumule» en el barrio.
El encauzamiento del Urumea se nota también más arriba, hacia Astigarraga. «Hay vecinos de Okendotegi que nos decían que en Ereñozu estaba el río alto, pero que ya no han sufrido los mismo efectos». Aun y todo, URA ya prepara un nuevo proyecto para evitar inundaciones entre Ergobia y los polígonos de Martutene. En el meandro de Akarregi. «Queremos empezar el año que viene, pero allí el trabajo será distinto. Como no hay edificios en la trasera del río, se recuperará la dinámica natural de los meandros», explica Urquijo.
Hacia el otro lado, hacia Loiola, la obra depende de acuerdos políticos entre el Ayuntamiento de San Sebastián y el Gobierno central para reurbanizar la segunda fase de Txomin, cuando la cárcel de Martutene se traslade a Zubieta, y eliminar los cuarteles y su puente.
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