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Preocupación y hartazgo se mezclan en el relato de Josu Oñederra a la hora de hablar de la presencia de jabalíes en los alrededores de su caserío de Itziar. «Un día y otro también vienen hasta nuestros prados y no dudan en beber del abrevadero que utilizan nuestras vacas y comer aquello que ven a su paso», asegura el ganadero. Ni la presencia de su gran mastín hace que den un paso atrás los cerdos salvajes que «son cada vez más atrevidos o que han perdido el miedo a la presencia de perros e incluso de humanos. El perro impone y se alejan cuando empieza a ladrar y les sigue, pero no es suficiente. Además, estoy seguro de que cualquier día se van a enzarzar en una pelea y van a herirlo o incluso matarlo, porque son animales peligrosos. Sus colmillos pueden provocar heridas muy graves a cualquiera».
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Mientras ese día llega, Josu relata que «es habitual encontrarte con una madre y sus crías en cualquier momento. Incluso de día. Este verano hemos visto en más de una ocasión a una cuadrilla con bastantes ejemplares mientras cenábamos desde la terraza de nuestra casa. Pasaban tranquilamente mientras nosotros estábamos allí». Pero las visitas fugaces no preocupan al ganadero itziartarra. Sí lo hace el hecho de que los jabalíes puedan llegar a transmitir alguna enfermedad a sus animales. Insiste en que trabaja duro con su ganado, «cumpliendo todas las normas sanitarias y demás que nos exigen para el engorde de las vacas y terneros, pero no puedo evitar que se produzca un brote de tuberculosis o cualquier enfermedad que les transmitan los jabalíes, ya que beben en nuestras 'askas' y se bañan en las pozas de agua o barro que encuentran».
Oñederra asegura que está fuera de su alcance evitar esos contagios. «Hemos llegado a ver el rastro del parto de una hembra en la zona de pasto, con lo que eso conlleva. Si estuviera contagiada de cualquier enfermedad, es fácil que se la transmita a nuestros animales». Si eso se produjera, «confiscarían la cuadra y lo siguiente sería sacrificar nuestras vacas. Quedando en nada el esfuerzo y trabajo de años. Y la inversión realizada en las instalaciones y las vacas, que forman parte de un plan de mejora genética con los gastos que eso conlleva».
La posibilidad del cierre de sus cuadras y el sacrificio de sus animales, echa por tierra la ilusión y el esfuerzo realizado por Josu y su mujer Miren en Itziar. «Está claro que nuestro trabajo no se valora tanto como en ocasiones se dice, porque las leyes establecidas podrían acabar con lo que tenemos sin poder hacer para evitarlo. Sacrificar el ganado por un contagio incontrolable es lo último que quiere un ganadero». A lo que añade, «nosotros solo podemos cercar los terrenos de pasto y controlar la presencia de los jabalíes en ellos. En esos casos dejamos de recoger la hierba en la que hay rastro de estos animales, lo que en ocasiones nos supone grandes perdidas económicas, porque prescindir de la hierba que destinamos para su secado y recolección para el invierno, nos supone tener que comprar fuera forraje o piensos con los que alimentar a nuestro ganado. Además, en veranos como éste tan seco, nos supone grandes pérdidas y pocos beneficios. Estamos pagando mucho dinero por el alimento de los animales mientras nos pagan el mismo precio de hace treinta años por la carne de nuestros terneros. Es insostenible seguir en el sector primario si se produce el contagio por la triquinosis, tuberculosis u otras enfermedades víricas».
Las cosas no pintan bien para los ganaderos ante la gran presencia de caza mayor en los alrededores de sus caseríos y la 'convivencia' forzada, en muchos casos, con los jabalíes. Animales que abundan en la zona de Itziar. «Cuando era un chaval, apenas se veían cerca de los caseríos. Era algo muy difícil, ahora, en cambio, es habitual».
El cambio de conducta de los cerdos salvajes hace que recurra a los cazadores de su localidad. «Tenemos buena relación con ellos y en cuanto detectamos la presencia de los jabalíes por nuestros terrenos, les avisamos y la verdad es que organizan batidas enseguida», pero Josu cree que no es suficiente, «hay que hacer algo antes de que pase algo grave».
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