El Papa Francisco dijo que el fútbol es lo más importante de las cosas sin importancia. Pues me permito señalar que los sanfermines son lo más importante de las cosas que no son vitales. Vale, no lo entienden. Tampoco comprendo la excitación del salto de ... la reja de Almonte ni a los capillitas en la Semana Santa sevillana pero la vida está llena de misterios.

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Es una introducción necesaria porque ante algunos me tengo que hacer perdonar y justificar: que sí, que voy siempre, que no he faltado en mi vida, y más en los últimos años en que veo el encierro desde un balcón y para eso tengo que levantarme antes de las 6 porque solo dejan entrar en la calle Estafeta hasta las 7; que se me pone un nudo en la garganta en la procesión aunque en plan navarro, sin llegar al éxtasis capillita, y también cuando escucho repicar a la campana María de la catedral durante 'el momentico'.

Recurro al Papa, otro que como yo no tiene filtro desatando polémicas al afirmar que «los cotilleos son cosa de mujeres», que las suegras «deben tener cuidado con la lengua» y que «ser católicas no significa tener hijos como conejas». Y todo esto lo dice, en la intimidad, en audiencia con jóvenes presbíteros, unos cotillas.

El caso es que estoy teniendo un lapsus, como Biden, porque donde quería llegar es a que no hay nada más importante entre lo no importante que estas fiestas cuya banda sonora empieza con la biribilketa del zaguán del Ayuntamiento y las gaitas del «¡Ánimo pues!»

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