Hice una incursión en la Inteligencia Artificial y prometí continuar. Pues bien, en una semana he aprendido más sobre el tema, sobre todo después de ver La Concha a los ojos de Dalí o a Olentzero según un Greco 'inteligente', imágenes que reproducíamos aquí hace ... unos días.
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He leído un poema escrito por la AI sobre Pedro Sánchez donde se alaba su ¿barba?. En fin que hay fallos y que son por nuestra culpa, la inteligencia humana, que es la que le alimenta con conocimientos. Sufro por ella, por la AI, cuando oigo en la cola del súper hablar a dos señoras sobre nietos egoístas: «Por el interés te quiero, Manuel». Se van a producir cortocircuitos dado que interés no rima con Manuel sino con Andrés. En cambio, estoy segura de que el eslogan chapucero de la farmacia lo ha inventado una máquina: «Vivir sin acidez ni reflujo, un lujo». Hombre, con las cosas de la salud no se hacen jueguecitos publicitarios.
¿Son los jovenes los que le van a nutrir principalmente de información? Pues vaya. Que la AI no escuche algunas tontadas como decir «hay cero unidades de patata» para decir que no hay patatas. Muy TikTok.
Me pregunto qué inteligencia preclara (humana o artificial) ha inspirado la Ley de Bienestar Animal. Me alegro de que la cucaracha no esté protegida, o sea, que es perseguible a escobazos. Lo de la rata, un animal que debe desaparecer de la faz de la Tierra, no lo admito. Me declaro objetora de dicha legislación y posterior jurisprudencia.
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