Me dice mi amiga Teresa que yo también soy «creadora de contenido», como las influencers. Pues igual sí, por eso voy por la vida con los ojos muy abiertos, observando la gente y las calles, en pro de la inspiración. Incluso intervengo cuando la situación ... lo requiere. «María –le dice el tendero a la señora ecuatoriana– ¿quiere lechugas de chollo?». Y ella: ¿de chollooo? Salgo a aclarar: que son baratas. A continuación: «¿Y estas vainas a pedo burra?». Lo mío es la comunicación así que entro rauda a aclarar.
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Le pasó a un inglés, recién llegado a España, cando creía saber castellano y el camarero le recitó la carta. «Tenemos gazpacho y peepá». Con ayuda exterior logró descifrar el último plato aludido: peepá es pez espada en andaluz.
Como cuidadora del español coloquial, incluso corrijo al que no sabe y dice «todo perropichichi» advirtiendo que lo correcto es «todo perropichi». Pero no solo me quedo en la forma, también voy al fondo. Ahora, por ejemplo, explico por doquier el concepto «entretiempo» para advertir contra los errores en el atuendo primaveral, cuando algunos se lanzan al tirante y la bermuda. Existe la ropa de entretiempo y el tiempo (meteorológico) de entretiempo.
Pero como creadora de contenido (un día a la semana), tengo mis carencias porque confieso que no me sé el cancionero de Taylor Swift ni el de Los Planetas, ni hubiera reconocido en el Restaurante Rekondo a Pharrel Williams. Pero, mira, eso sí, le hubiera recomendado arroz con almejas.
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