Pues escribe una cosa bonita de Navidad, te dicen tus cercanos, con todo el cariño y ánimo inspirador, en estas fechas. Y, para ello, seguidamente te mandan un primoroso video sobre el pueblo donde un sacerdote y un organista compusieron en 1818 el 'Noche de ... paz'. Es Austria y es, como todos los pueblos centroeuropeos nevados, un maravilloso lugar donde es muy fácil inspirarse musicalmente.

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Tú vas aquí por una carretera rural y te da congoja ver la decoración de algún pueblo perdido en el monte o de estos núcleos, ahora desiertos, que en verano son el bullicio y la alegría en pareo. Una estrellita triste en una farola y una cadeneta de luces, de lado a lado del camino con un 'Fe_liz Navida_', de bombillas fundidas. Pero todo cambia cuando llegas a la ciudad y te encuentras, felizmente, con cuadrillas heterogéneas de hombres y mujeres con diademas de reno tras la cena de empresa. Sus jefes, lamentablemente, no han elegido ahorrarse los langostinos e incentivar a la plantilla a hacer equipo por medio de experiencias que no sean gastronómicas y etílicas. Leo en páginas de Economía que por 24 euros pueden invitarles a un escape room y por 6.000 a una estancia de tres días en una cueva de Cantabria en plan supervivencia.

Como se trata de buscar «experiencias humanas» en equipo no veo tan descabellada la opción isla-de-las-tentaciones para conocernos todos mejor, desde la comercial al director de recursos humanos y a la gerente en bikini.

Fe_iz Navida_.

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