Claro, es lo que pasa cuando vas a las redes sociales como fuente de información en plan exprés. Miras el listado de temas candentes -trending topics, ya saben- y lees términos como Blas de Lezo, Spain, Terelu, Racista, Estafa… Excepto lo de Terelu, noticia por ... lo que sea, lo demás es algo más críptico. Pues voy a los periódicos donde editorializan sobre los posibles efectos benéficos de la Roja, la conexión emocional del fútbol, el sentimiento de orgullo e ilusión que se respira, según las encuestas.

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Así que, con más tranquilidad, vuelves a la red X y compruebas, vaya por Dios, que la vasquidad de los jugadores de la selección y los futbolistas hijos de inmigrantes provocan insultos transversales, en los dos sentidos. En resumen: «Fachas, pedid perdón porque gracias a vascos y racializados tenemos la Eurocopa»; y por otro lado: «Otegi, aguanta marea, que los vascos han hecho ganar a España» (Españita le llaman). ¡Ene, Jesus, Maria ta Jose!

Opinólogos avanzan que el éxito deportivo podría incluso influir sobre el PIB, que se superarían polarizaciones en la conversación pública y privada. ¿Saldremos mejores (como en el covid)? Por el momento solo veo signos reguleros como el aumento de turbulencias en los aviones, quizá por el cambio climático y que en la fiesta sanferminera en un piso de la calle Estafeta con 68 juerguistas dentro, tiran copas y platos por la ventana, hasta ahí «normal». Y detrás, un microondas por el balcón.

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