Hablo con la tele y hay una política de melena larga y lisa que me cae muy mal y a la que cuando sale le llamo, no se escandalicen, piojosa, antiguo insulto barriobajero que utilizábamos y en el que había algo de envidia infantil por ... mi parte siendo una rizosa -la antimoda en aquel tiempo-que tardó en aceptarse hasta que descubrió en Francia, en una película prohibida, la graciosa melena de bucles de María Schneider en «Último tango en París». Frente a la tele me sale también hoy la niña arrabalera que fui y que llevo dentro, cuando califico de «idioto» -lenguaje inclusivo sin saberlo- a otro político cuyo peinado no descubriré para mantener su anonimato.

Publicidad

En esta vuelta a la infancia de señora mayor, me escandalizo cuando recibe un Premio Tiktok de Entretenimiento un chaval cuyo mérito es hacerse vídeos exagerando arcadas y amagando vómitos al ver un pollo crudo. En mi casa nunca se nos permitió decir, solo decir, que una comida nos «daba asco». El niño de las arcadas es aplaudido por, literal, «su gran talento».

Ese público, lógico, no hará ni puñetero caso a los Goya, con películas este año de un cine comprometido que aborda conflictos de nuestra sociedad. El pollo crudo les produce más emoción que la historia de un autobús secuestrado para llegar a un barrio marginado. De los Oscar, ni comentar. Soy un poco insultona pero no tengo palabras para calificar a Karla Sofía Gascón; me está confundiendo mucho. A Trump llamarle idioto me parece poco.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete los 2 primeros meses gratis

Publicidad