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Me llega una oferta arriesgada: «Matemática femenina». Consiste en: limpieza facial al mes, 55 euros; 1,83 al día. «Menos que un café», rematan. Las cuentas parecen correctas, incluso en matemática femenina. Sin calculadora, paseo y veo, una mañana cualquiera, a un grupo de personas ... bailando en corro en el kiosko de música de la plaza Easo. Me suena pero soy preguntona; practican una mutil dantza. ¿Mutil?, rumio para mis adentros, también hay chicas...
Un vecino, navarro, se me acerca con ganas de polémica: ¿Sabes a quién han nombrado presidente de las Peñas de Pamplona? A una chica.
–Ah, pues muy bien.
–Ya, pero es que ella es la presidenta de la peña Muthiko Alaiak. Amiga, ¿te das cuenta? Mu-thi-ko...
Me voy con un runrún. Estamos por la inclusión en el lenguaje, pero nunca diré chicos, chicas, chiques. Me refugio en casa porque soy de las que en estas Pascuas se ha quedado cuidando la ciudad y sin probar la torrija con té matcha. Así que me dispongo a sufrir viendo el documental sobre aquellos sanfermines 'No estás sola: La lucha contra la manada' donde la madre de Nagore Laffage dice, atormentada: «Si mi hija se hubiera dejado violar, hoy estaría viva». Se oye en el reportaje a la chica protagonista –«Lucía», en el documental– a la que el juez le pregunta: ¿Usted se negó? Y contesta, tras un silencio: «No, cerré los ojos y me sometí». Quizá eso fue lo que decidió a los jueces, que solo vieron «abuso» y no violación. Pero Lucía está viva. Matemática femenina.
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