Voy a por el pan y a la vuelta me hago las uñas. ¿El domingo por la mañana –me sorprendo– está abierta la manicura china? Pues me pinto estilo «francesa». Me llama la atención el horario chino pero más se extrañan los latinos de que ... las pequeñas tiendas de aquí cierren de 2 a 5. La siesta, creen. Pero lo que es peor para ellos ¿los domingos cierran también? Si es el día consagrado –comenta una venezolana– a 'vitrinear', o sea a ver escaparates, y comprar ropa... Es el choque cultural; las redes sociales están plagadas de vídeos donde muestran su perplejidades.
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Les llama la atención que la lavadora esté en la cocina y creen que el bidé es un lavabo bajito para niños. También les admira que los coches respeten los pasos de peatones.
Hay un gran debate –tiktok me tiene enviciada y el algoritmo lo sabe– sobre si los españoles se duchan suficiente y si usan desodorante. Pero la pelotera mayor es sobre la tacañería de los hombres autóctonos, que les hacen pagar a las chicas a medias en las citas. Eso en Bogotá, comentan, sería insoportable.
Hay muchos mundos y algunos están aquí. Una inglesa graciosa se asombra de que en Madrid se usen tanto los paraguas: «No entiendo –se ríe– solo es humedad». Pues va una de Buenos Aires y asegura que en su ciudad solo los viejos llevan paraguas; en los jóvenes es ridículo.
Todo el mundo en shock. Porque hay choques culturales y generacionales: un chaval -de aquí- se asombra: ¡Ama, ama, el aitona está calentando la leche en el fuego!
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