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La tontería vale, pero no tanto. Me cuenta Karmele que en cierto restaurante de moda no se puede reservar por teléfono. Solo por web. ¿Y si voy en persona, que estoy cerca? No venga, solo por web. Me toca encargar comida para llevar en otro paraíso de la modernez. «Lo iré a recoger». Se quedan anodados. ¿No es mejor que se lo lleve un ciclista? Tendré que confesar y lo acabo confesando en plan paleta: nunca he llamado a un globero, no sé cómo se hace.
No es fácil sobrevivir en este primer mundo. Por razones que no desvelaré, hoy es posible que reciba algunos regalos y el primero se me anunció así: «Debes acudir a un lugar en la latitud 43º 31' 77'. Tendrás más pistas». Ya les contaré si lo encuentro. Necesito un dron.
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