La paliza de Roncesvalles

Vale, soy solidaria y humana, además tengo una edad avanzada y cierta culturilla, pero me sorprendo por cantidad de cosas. Esta semana, siguiendo muy colateralmente el partido de la Champions, me asombro con una pancarta en las gradas de Anoeta. Para empezar no se llama pancarta sino «tifo» –en relación con los futboleros tifosi– y me quedo perpleja con el mensaje porque una no espera semejante nivelazo erudito, en general, de los txuri urdin y una frase en latín: «Vascones in summi montis vertice insurgentes». Todo para intimidar a los parisinos recordándoles la derrota de Carlomagno, el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, en Roncesvalles.

En este seguimiento tangencial de la Champions por mi parte, ya veo que mi cultura es bastante deficiente, me entero de que en el mundo futbolero hay que distinguir entre hoolingans y ultras. Pues viéndoles marchar por la calle Urbieta, todos de negro, con bengalas rosas y cantos testosterónicos, no sé si ellos estarían al tanto de la obra literaria francesa 'El Cantar de Roldán' ni de la paliza que les dimos en el año 778. Pues que estudien.