Entre pitos y flautas que yo aquí no he escrito sobre los grandes temas, ya agotados, del momento. Nada sobre el descuartizamiento de Tailandia ni sobre las tetas de Amaral. Pero, a esto voy, no me pondré de perfil como las falsas feministas y proclamo ... lo mismo que el resto de la Humanidad cabal sobre ese señor machista, narcisista y soberbio. Pienso igual que todo el mundo, excepto esos colegas de Jenni que no han dicho nada; esos hombres que viven, lógicamente, en casas de futbolistas ricos, que tienen coches escandalosos de futbolistas ricos y que se cortan el pelo al estilo de futbolistas ricos. Los chicos pobres que solo hacen esto último, lo de cortarse el pelo como futbolistas ricos, no sé qué opinan.
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Ya lo he dicho. Pero abordaré otro tema candente; hablaré del calor histórico que hemos sufrido, ahora que ya se está evaporando. En nombre del calor se han hecho cosas feas. El insigne director de orquesta John Eliot Gardiner ha tenido que cancelar un concierto en Londres, apesadumbrado porque hace unos días golpeó a un cantante entre bastidores. Estaba muy irritado, parece, porque el cantante abandonó el escenario por el lado equivocado al terminar su actuación. Su representante atribuyó lo ocurrido a que el maestro, 80 años, estaba muy afectado por la ola de calor.
¿Justificable? No, señor Gardiner, mientras usted abofeteaba con aire acondicionado yo me abanicaba y embotaba guindillas encurtidas con mi amiga Carmen. Entre pitos y flautas.
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