En un local cercano están de obras y anuncian que será «el despertar de un volcán de aromas, fuerza, sabor y emociones. Una experiencia única y brutal que hará explotar tus sentidos». Cómo somos los periodistas-publicitarios enlazando frases épicas a tutiplén… De momento en ... ese volcán huele a yeso húmedo.
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He madrugado, elijo el sentido del olfato y me dedico a oler. Qué bien huelen las mañanas: mi ascensor, los tilos, la panadería, la pescadería La Pascuala que va a cerrar para siempre, Zara a primera hora, también el camino de salitre de los puentes del Urumea y la playa. A qué olerá la de Benidorm a las 5.40 cuando, de noche cerrada y cruzándose con los juerguistas, llega Poli González, jubilado de Ciudad Real, a poner la hamaca en primera línea de playa. Siento no tener cerca un campo de lavanda, descubierto como penúltimo destino turístico cuqui. Se me pasa el disgusto porque leo que otros sufren, pobres, los que tienen pánico a no ir al gym en vacaciones, síntoma que no siento.
Floto por las calles y recuerdo el dulce aliento a chicle porque se lleva, en moda, el color «rosa chicle masticado». Voy husmeando y veo, al salir del cine, mucho color rosa, en todas las gamas. Pero, vaya por Dios, mi amiga no ha ido a ver 'Barbie' sino 'Oppenheimer' y éstos salen veinte minutos más tarde, gente de cierta edad que no aguanta sin ir al baño después de tres horas de película.
Para conocer la incógnita del volcán, sigan leyendo.
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