La Audiencia Provincial de Gipuzkoa acogió este lunes la primera sesión de las tres que se prevé que se celebren del juicio en el que la Fiscalía pide cinco años de prisión a dos hombres acusados de agredir sexualmente a una joven el 25 de ... diciembre de 2020 en un hostel del centro de San Sebastián. A la espera de las declaraciones testificales y periciales del martes y del miércoles, en la primera jornada tomaron la palabra los dos procesados y la víctima, que lo hizo también en calidad de testigo de los hechos que ocurrieron la noche de Nochebuena.
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El escrito de acusación describe que esa noche, en un contexto de restricciones sanitarias por la pandemia, los alojados en el hostel, «anglicismo que designa un establecimiento de características similares al albergue», según indica la RAE, estuvieron de fiesta hasta altas horas de la madrugada. La denunciante «permaneció hasta las 5.00 horas» en la zona común del establecimiento «en compañía de los procesados –y más personas– celebrando las festividades navideñas, bailando con los presentes e ingiriendo sustancias alcohólicas. Sobre las 8.00, ambos procesados, guiados por la finalidad de satisfacer sus deseos más lascivos, accedieron al interior de la habitación» de la joven «y una vez allí, aprovechando que se encontraba durmiendo, le introdujeron un dedo analmente».
La parte perjudicada mantiene su versión, mientras que la acusada defiende que estaban allí porque el móvil de uno de ellos se encontraba entre las pertenencias de la joven.
Los primeros en declarar fueron los procesados, quienes solo respondieron a las preguntas de sus respectivos abogados. El primero expresó que «me fui a la cama sobre las dos de la mañana y sobre las siete me despertó» el otro acusado. «Estaba muy alterado porque no encontraba su teléfono y me pidió que le llamara para tratar de encontrarlo».
Según su versión, contrastada por el registro de las llamadas de WhatsApp, realizaron cuatro llamadas en total para intentar escuchar la melodía del otro dispositivo. Dos, a las 7.18 y a las 7.19, fueron desde la propia habitación de ellos, «donde no escuchamos nada». La tercera fue a las 7.19 también pero en una zona común, desde donde escucharon la melodía proveniente del interior de una habitación. La cuarta, a las 7.20, «la hicimos desde el interior de esa habitación, y el móvil estaba en una cazadora». La habitación en cuestión era la de la víctima.
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Añadió que «estuvimos unos veinte minutos deliberando –fuera– qué hacer, para saber cómo actuar y que no pareciera un robo». Para ello, grabaron un vídeo a las 7.47 horas, veintisiete minutos después de saber dónde estaba presuntamente el móvil, para demostrar que estaban sacando el dispositivo de una cazadora «que estaba colgando de la litera».
El segundo acusado tan solo respondió a las tres preguntas formuladas por su abogado, transmitiendo que no conocía al otro procesado de antes, que la puerta de la habitación de la joven estaba «cerrada pero sin pestillo» y que el cuarto estaba «oscuro».
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Llegó el turno de la víctima, que recordó que «llegué al hostel sobre la 1.00-2.00 de la madrugada de cenar con mi familia y me uní a la fiesta hasta las 4.00-5.00, aproximadamente». Remarcó que a esa hora continuaban todos en la zona común. Preguntada por qué no cerró con llave la puerta de su habitación que compartía con otra chica que esa noche no se encontraba allí, respondió que «no desconfié».
Lo siguiente que recordó fue que «sentí que me estaban tocando y me desperté con un dedo metido en el culo, y estaban ellos dos –los dos procesados– de rodillas en el suelo –estaba durmiendo en la litera de abajo– y riéndose. Les saqué a hostias, violentamente», declaró la joven, que no pudo identificar el autor de la presunta agresión.
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Preguntada por la versión del móvil perdido, relató que «me dijeron que les había robado el móvil, y lo niego rotundamente. Metieron el móvil en mi bolso, yo no sabía que estaba ahí cuando lo vacié con la Ertzaintza delante». No quedó claro, por lo tanto, si el teléfono estaba en una cazadora o en un bolso y si lo recuperaron antes o después de la llegada de los agentes. También fue cuestionada si no escuchó ninguna llamada de un móvil. «No escuché nada ni sé cuánto tiempo llevaban ahí», y señaló su «estado de embriaguez» como posible causa de ello.
Tras las declaraciones de las partes implicadas, comenzaron las testificales con los agentes de la Ertzaintza que participaron en la actuación. Uno de los integrantes de la primera patrulla que acudió al hostel remarcó que de los procesados «uno decía que el móvil estaba en una chaqueta y el otro debajo de las sábanas, que no sabían muy bien dónde buscar. No coincidían», mientras que otra agente que trató a la joven apuntó que «lo que le despertó fue el dolor que sintió en el ano», que «continuaba bastante ebria» en ese momento de la mañana y que «no requirió de asistencia médica».
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