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El juicio por la violación de Lasarte-Oria se está celebrando desde el lunes en la Audiencia de Gipuzkoa. LOBO

La Ertzaintza consultó a todas las policías del Estado y ningún otro agresor usaba cloroformo

Debido a la ausencia de denuncias entre 2015 y 2019 los investigadores llegaron a sospechar que el violador en serie podía haber fallecido o ingresado en prisión

Aiende S. Jiménez

San Sebastián

Miércoles, 16 de febrero 2022, 06:33

La SICTG (Servicio de Investigación Criminal Territorial de la Ertzaintza en Gipuzkoa) es la encargada de los casos de delitos más graves. Así, investiga asesinatos, bandas organizadas dedicadas al tráfico de drogas o a los robos, y también a seguir el rastro de violadores ... en serie. El caso de G.G.C. estaba encima de sus mesas desde hace años. Varias violaciones, algunas tentativas, y ni rastro del autor. Tenían su ADN, conocían su modus operandi al dedillo y sabían que era un hombre que medía 1,74 centímetros, aproximadamente. Pero no lograban ponerle nombre y apellidos.

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Las claves

  • Conducta «Es muy extraño que este tipo de violadores en serie deje de agredir», apuntan los investigadores

  • Detención Cuando confirmaron su identidad «se le detuvo de inmediato» por el riesgo de que volviese a actuar

Lo que más descolocó a los investigadores es que a partir de 2015 se perdiese su rastro. Ninguna de las agresiones sexuales que se cometían en Gipuzkoa o en Euskadi eran atribuibles a ese agresor desconocido. «Es muy extraño que este tipo de violadores en serie dejen de agredir», aseguró uno de los agentes de la SICTG encargado de la investigación del caso.

Por ello llegaron a sospechar que pudiera haber ingresado en prisión por otro delito o incluso que hubiese fallecido. Los agentes realizaron diferentes comprobaciones, tanto de varones fallecidos como de delincuentes que habían entrado en la cárcel a partir de 2015. Pero no obtuvieron resultados.

Otra de las opciones que barajaron es que el hombre se podía haber trasladado a otra comunidad autónoma. Sin embargo, la Ertzaintza consultó «a todas las policías del Estado» sobre el registro de denuncias en las que el agresor hubiese utilizado un modus operandi similar al del perpetrado en sus ataques en Gipuzkoa. Pero no constaba ningún otro delincuente que utilizara cloroformo para cometer agresiones sexuales. Sobre este producto, los investigadores sospechan que G.G.C. podría haberlo obtenido fácilmente en su trabajo, ya que se dedicaba al mantenimiento de maquinaria industrial y el cloroformo se utiliza habitualmente para la limpieza de ese tipo de piezas.

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«Muy peligroso»

Sin embargo, tal y como sospechaban, en esos cuatro años no se le había detenido, solo había cambiado su forma de actuar. Cuando en 2019, tras el seguimiento que le realizó la Ertzain-tza, los agentes confirmaron que él era el autor de todas esas violaciones que permanecían sin resolver, «se le detuvo de inmediato, porque era muy peligroso que pudiera cometer otra agresión». Pero al acceder a los archivos extraídos de su ordenador y de varios pen drives que localizaron en la guantera de su vehículo, descubrieron a otras cuatro víctimas. Las confirmadas, son un total de diez.

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