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El cielo plomizo ayudaba a que la jornada tomara un cierto aire melancólico. La fiesta de las ikastolas en Gipuzkoa siempre coincide con el inicio ... del otoño con el riesgo que tiene de encontrarse días espléndidos de sol radiante o jornadas en las que el barro se cuela como un invitado más. Este domingo, las nubes amenazaban desde primera hora y todos sabían en Zarautz que tarde o temprano se iban a terminar mojando. Pero a pocos les importó sentir la lluvia a partir del mediodía y acabar calados. Mojados de arriba a abajo por la fiesta, por el euskera y por las ikastolas. 'Euritan dantzan', como dice la letra de Gatibu, uno de los que con frecuencia ha participado en la cita anual de un Kilometroak que ponía el punto y aparte a 42 años de un modelo de celebración y recaudación de fondos que ha sido revisado y que en 2020 verá la luz.
La palabra cambio da tanto miedo como la palabra futuro, pero pararse en medio del camino tampoco es una opción. Las miles de personas que recorrieron los 7,7 kilómetros del recorrido dispuesto en Zarautz bajo el lema 'Ni, hi hura... Ikastola mundura!', desgastaron sus suelas preguntándose qué será de esta fiesta el próximo año. Lo mismo pensarán los millones de participantes en esta cita desde que en 1977 se diera el primer corte de cinta en Beasain, pero el bagaje de estas cuatro décadas es tan amplio y los «principios tan firmes», como describió el presidente de la ikastola Salbatore Mitxelena, Iñigo Ameztoi, «que ha llegado el día de mirar hacia adelante».
La última fiesta 'gigante' del Kilometroak en 2019 tendrá mucho más en común con la que se haga bajo el nuevo modelo el próximo año que la que dio el pistoletazo de salida a este ciclo de 42 años en Beasain. «Aquel año recaudábamos dinero para nuestra ikastola a medida que recorríamos kilómetros», recordaba Markel Olano, diputado general de Gipuzkoa y beasaindarra de nacimiento. Olano hizo aquel circuito con 12 años y destacaba que la fuerza de los voluntarios es la que ha llevado y llevará a la fiesta a ser lo que es. En aquella edición inaugural de 1977 cada personaje público tenía un patrocinador que aportaba cierta cantidad de dinero a las ikastolas. La Caja Laboral aportó 150.000 pesetas por cada kilómetro que recorrió el Padre Barandiaran y la asociación de comerciantes de Beasain aportó 500 pesetas por cada mil metros que recorrió el bertsolari Lazkao Txiki. No era una fiesta al uso, también requería del esfuerzo físico de los participantes para conseguir fondos. Ese mantra lo tomó al pie de la letra un joven beasaindarra, Alfonso García, que recorrió nada menos que 63 kilómetros a lo largo de toda la jornada.
Poco que ver, por tanto, aquella filosofía con la del último Kilometroak que ha despedido el actual formato en Zarautz. Los jóvenes, los no tan jóvenes y las failias se repartieron por las tres áreas del recorrido. La zona principal, la de la ikastola Salbatore Mitxelena, reunió sobre todo a las familias con niños que aprovecharon para participar en los hinchables, pasar por el 'gune realista' donde pudieron tirar penaltis y pintarse la cara de 'txuriurdin', o entrar en un laberinto de humo «para valientes» organizado por los Bomberos de Gipuzkoa. En el resto, tanto en Mollarri como en el Malecón, disfrutaron de una amplia gama de conciertos y espectáculos de distintos estilos.
El de este domingo, por tanto, fue la última cita de un Kilometroak a lo grande, que dará el testigo «a un formato más pequeño. Pasamos de la fórmula del consumo a la participación. De un día al año a todos y de una ikastola a todas», explicó en el acto de inicio Nagore Artola, presidenta de la asociación cultural Kilometroak. Serán las 29 ikastolas del territorio la que forjen todas las citas y actos que se celebren en 2020, aunque la fiesta, que se seguirá celebrando aunque en un formato reducido, tendrá lugar el 4 de octubre en Villabona-Zizurkil y será organizada por la ikastola Zubimusu.
Artola señaló que la reflexión tras la cual se ha diseñado el nuevo formato ha durado cuatro años y se ha decidido alumbrar una fórmula que se adapte a la sociedad en la que se celebra. La presidenta de la asociación cultural Kilometroak advirtió que la enseñanza en euskera debe afrontar tres retos importantes a corto plazo. En primer lugar, tratar de mejorar el nivel del euskera que hablan los jóvenes «ya que existe el riesgo de que retrocedamos 30 años». El segundo desafío es el de tratar de adaptarse a una tasa de nacimientos cada vez más reducida lo que puede elevar la competitividad entre centros. Y en tercer lugar, tratar de que no haya segregación entre los niños inmigrantes que lleguen a Euskadi. «Queremos que se impregnen de la cultura vasca y formen parte de nuestros centros», añadió Artola.
De las necesidades de renovación, en su caso de la propia Ley vasca de Educación, también habló la consejera, Cristina Uriarte, en la reflexión que trasladó ante los asistentes en el inicio de la cita. Uriarte incidió en la necesidad de seguir actualizando y transformando la educación en Euskadi mediante una nueva ley que dé respuesta al «considerable» cambio que la sociedad vasca ha vivido «en los últimos 30 años». Una ley «actualizada y reforzada», apuntó la consejera, que supone un «reto de calado». Por ello, solicitó colaboración a los agentes para «centrarnos en lo que nos une y minimizar los desacuerdos».
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