![Premios Apartak. Karmele Segura, Andrea Khalfaoui, Gloria González-Aseguinolaza, Ana Retolaza, Nerea Rebollo, Karmele Morán y Eider Mendoza posan en el estrado de DV Gunea.](https://s2.ppllstatics.com/diariovasco/www/multimedia/2024/11/29/foto-familia-ktTH--758x531@Diario%20Vasco.jpg)
![Premios Apartak. Karmele Segura, Andrea Khalfaoui, Gloria González-Aseguinolaza, Ana Retolaza, Nerea Rebollo, Karmele Morán y Eider Mendoza posan en el estrado de DV Gunea.](https://s2.ppllstatics.com/diariovasco/www/multimedia/2024/11/29/foto-familia-ktTH--758x531@Diario%20Vasco.jpg)
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Cualquier sociedad que quiera avanzar requiere de referentes. Personas que hayan tenido una vida y una trayectoria que resulte inspiradora para los demás, que representen un faro que alumbre el camino de cualquiera que persiga un sueño.
Los premios Apartak se crearon con el ... afán de dar visibilidad y de reconocer las figuras de mujeres que, en diversos ámbitos de la sociedad, han sido capaces de superar retos personales y profesionales para lograr sus objetivos y se han convertido en un modelo y un estímulo para futuras generaciones y para la sociedad en general. Este viernes vivieron su segunda edición, promovida por LABORAL Kutxa; patrocinada por la Diputación Foral de Gipuzkoa; y organizada por EL DIARIO VASCO. Fue una mañana en la que la emoción y el reconocimiento se dieron la mano en unas horas en las que hubo sorpresas, lágrimas y aplausos, muchos aplausos.
Se puede decir que DV Gunea acogió la 'liga de las mujeres extraordinarias'. En esa liga cada día compiten millones de mujeres, pero Apartak en esta ocasión quiso reconocer a cinco personas: Karmele Morán, madre soltera que en 1974 dio a luz en la Casa Cuna Fraisoro. Su testimonio forma parte del libro 'Mujeres de barro, infancias de cristal'; Ana Retolaza, que heredó una tornillería en 1960 y fue gerente de la empresa durante 46 años; Nerea Rebollo, que se ha hecho un hueco en el complejo mundo del arbitraje y compagina su labor con el silbato en Segunda RFEF y Tercera RFEF con su trabajo como fisioterapeuta; Gloria González-Aseguinolaza, que es bióloga e investigadora y directora del programa de terapia génica de enfermedades raras; y Andrea Khalfaoui, que es la primera universitaria de etnia gitana que se doctora en Euskadi.
Todas ellas vivieron la jornada con las emociones a flor de piel porque, reclamadas desde el estrado por Laura Chamorro, fueron personas cercanas a ellas quienes explicaban al público presente quiénes son y por qué son extraordinarias.
La primera sorpresa fue para Karmele Morán, cuando vio a Eva María García Magriñá, que documentó la historia de los niños y mujeres que pasaron por la Casa Cuna Fraisoro, en Zizurkil. Precisamente allí tuvo a su hija Karmele, que encontró acogida en ese lugar que era hogar para las mujeres que en aquella época se quedaban embarazadas siendo solteras. Aquello en esos tiempos suponía una deshonra para las familias y muchas solteras embarazadas eran rechazadas por sus familias. No fue el caso de Karmele, que recibió el apoyo de su familia, pero fue allí por no poder costearse el seguro médico. Ella no tuvo que dejar allí a su niña, como muchas otras mujeres en su situación para las que era condición sine qua non desprenderse de su vástago para regresar al seno de su familia.
Su testimonio se puede encontrar en el libro 'Mujeres de barro, infancias de cristal', publicado por Eva María García Magriñá, que la definió como «una amante de la libertad» que en tiempos complicados supo luchar contra el estigma al que muchas mujeres en su situación eran sometidas.
Juan Andrés Rebollo es el aita de una árbitra. Su hija, Nerea, dirige partidos de Segunda RFEF y Tercera RFEF y apareció para sorpresa de ella. Con unas palabras definió su trayectoria vital: «Nerea, tenías razón: puedes con todo». Y todo es, en primer lugar, elegir ser portera de fútbol cuando nadie en su equipo quería hacerlo. Compaginarlo con la ikastola, con la carrera de fisioterapia, con el trabajo. Por el camino, cambió los guantes por el silbato y Juan Andrés recordó cómo fue el momento en el que decidió dar ese paso: «Si lo de ser portera era complicado, lo del arbitraje, ni comentarlo», recordó en tono jocoso el orgulloso aita. Tras su discurso, le recibió en el estrado con un sentido abrazo y Nerea hizo un alegato para animar a las niñas a acabar con una penosa estadística: por cada 100 árbitros solo hay una árbitra.
Era una mañana de sorpresas y de saltos de un mundo a otro. De una Casa Cuna de Zizurkil en 1974 al arbitraje en el siglo XXI y, de ahí, a la ciencia. Por eso subieron al escenario Rafa Aldabe e Iratxe Aldabe. Son el marido y la hija de Gloria González-Aseguinolaza, directora del programa de terapia génica de enfermedades raras. Emocionado y con las palabras entrecortadas, Rafa quiso destacar de Gloria «su cualidad de ayudar a los demás. Es una labor de la que nadie se ha enterado, una labor sorda que nadie le ha reconocido y yo quería destacar que se pueden hacer las cosas así». Su hija recordó cómo tuvo que renunciar a ir a buscarles a la ikastola, pero hoy no solo entiende esas ausencias, sino que está convencida de que «también lo hizo por nosotros».
Una mujer como Gloria puede ser inspiración para Andrea Khalfaoui, la primera mujer de etnia gitana que se doctora en Euskadi. Rocío García subió para recordar cómo «cuando le conocí sus ojos brillaban y ese brillo se mantiene y lo inunda todo cada día». Cree que Andrea «es un mundo de sueños imposibles que ha creado para ella y para muchas mujeres gitanas y no gitanas». En su tesis, titulada 'Claves para la convivencia intercultural en educación infantil. Un estudio de caso' aborda los aspectos que favorecen la convivencia entre población gitana e inmigrante en una escuela del País Vasco ubicada en un contexto de alta complejidad.
Khalfaoui emocionó sobre el estrado y el colofón lo puso Ane Retolaza, que ya dirigía una tornillería en 1960, cuando las mujeres estaban aún tan lejos de ocupar puestos de responsabilidad. Patxi Anitua, amigo desde la infancia, explicó cómo era necesario el carácter «fuerte» que ella tenía para tirar del carro.
Después de escuchar el testimonio de Retolaza, las cinco mujeres extraordinarias se juntaron en el estrado para mirar al futuro. Un porvenir que Khalfaoui quiere seguir viviendo «con las personas con las que construyo el camino», al que Gloria González-Aseguinolaza demanda que «las mujeres demostremos lo poderosas que somos» y del que Ana Retolaza espera «una jubilación alegre y sabia». La colegiada Rebollo advierte que «seguiré trabajando por lo que quiero» y Karmele Morán ansía con ver en el futuro una «juventud que no dé un paso atrás». Sea.
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