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La puesta a punto de un hotel para su apertura cuesta dinero, y en tiempos de pandemia los establecimientos hoteleros en Gipuzkoa se han pensado muy mucho si les compensaba abrir sus puertas para los cinco días festivos porque «desde el próximo domingo hasta ... junio no hay prácticamente demanda, y estos próximos días festivos no salvan de la situación extrema que vive el sector», declara Paul Liceaga, secretario de la asociación de hoteles de Gipuzkoa. Así algunos alojamientos que pensaban abrir esta semana esperando ver qué pasaba finalmente no lo han hecho. «Las últimas restricciones de movilidad que aunque permiten alojarse a quien tenía reservada cama antes del jueves pasado han aumentado las cancelaciones y mermado la confianza para viajar», asegura Liceaga, que no se atreve a dar una estimación de ocupación. «Ya no hacemos ese ejercicio porque la foto no es real, puede haber buenas expectativas de los alojamientos que están abiertos pero con los que están cerrados los promedios no se ajustan a la foto de Semana Santa», concluye.
Uno de los establecimientos que ha decidido abrir sus puertas esta Semana Santa es el Hotel Ilunion San Sebastián en el barrio del Antiguo, el antiguo Hotel San Sebastián que durante este lunes y martes ultimaba los detalles para lucir su mejor aspecto para los nuevos clientes. «Tenemos una previsión de reserva del 40% para los días santos; la semana de Pascua está por ver» decía Nieves Toro, la directora de este hotel. «Si ya en 2019 las reservas se hacían a última hora, ahora es a ultimísima hora, el mismo día te llaman preguntando si hay sitio», afirma Toro.
nieves toro, directora hotel ilunion san sebastian
Entrar en un hotel que espera a sus clientes es ver un edificio en falso letargo. Estos últimos dos días no han sido los de mayor ajetreo. «La semana pasada sí fue de auténtico movimiento, con gente entrando y saliendo, sonido de aspiradores, taladros para algún que otro arreglo, meter menaje en los armarios y terminar de almacenar, un sin parar para dejarlo todo listo», cuenta Nieves Toro. Este hotel de 90 habitaciones cerró sus puertas en octubre y en enero entraron sus actuales regidores con el objetivo de abrir en Semana Santa y a partir de hoy irán entrando más clientes «que no sabemos de dónde son porque la mayoría reservan a través de plataformas vacacionales», afirma la directora. Este mes de marzo sus 27 empleados se han afanado en dejarlo todo listo. El Covid añade trabajo extra a una apertura normal con unos protocolos que les exigen estar más alerta aún en cada sección del hotel: recepción, restauración, piso, cocina y mantenimiento. Formar parte de una gran cadena como Ilunion, adscrita a la ONCE, les ha puesto más fácil la llegada de material como menaje, papelería, sábanas o toallas de diseño corporativo, «porque las pedí con mucho tiempo y llegaron sin problema», comenta Toro. «Tenemos pendiente alguna cosita de cartelería exterior y hemos pasado algún nervio que otro con temas relacionados con la informática», cuenta.
Las últimas 48 horas las han aprovechado para repasar la limpieza y ultimar detalles como la llegada del grifo de cerveza del bar, o poner a punto el comedor. Cualquiera de las cinco secciones del hotel han tenido mucho trabajo pero mantenimiento ha sido el más solicitado. Las horas también se han dedicado a la formación del personal que ha mantenido su empleo y que ahora se tiene que hacer a los nuevos programas informáticos, a los nuevos protocolos de su nueva empresa y especialmente a la normativa antiCovid. Pili lleva trabajando años vinculada a este alojamiento y está «ilusionada con la apertura. Hemos pasado de la prehistoria al futuro. El último año ha sido muy duro a nivel laboral pero estamos con ganas de trabajar y que la gente que venga se sienta a gusto», comentaba mientras repasaba una de las habitaciones.
Mientras los pasillos y salas están vacías, el personal de habitaciones apura los retoques para que estas luzcan impolutas, los salones esperan sus futuras reuniones con menos capacidad de la habitual y por ahora la zona de desayuno es la que atiende como comedor de los propios empleados. Ninguno lleva uniforme porque «los estrenarán mañana». A ello se suman operarios con herramientas para terminar de ajustar algún que otro punto o el personal que se afana en que la terraza exterior que reciba su último repaso. La atención especial se la llevan las rejillas de ventilación. «La maquinaria que facilita el aire acondicionado es uno de los puntos a revisar constantemente con el Covid», explica Nieves Toro. A partir de hoy mismo empieza su nueva andadura en Donostia.
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