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Inmigración en Gipuzkoa 2020-2022

«Vine escondido en un camión. Fueron 17 horas de horror»

Capítulo IV de IV ·

Mohamed El Kahan abandonó Marruecos hace tres años entre el cargamento de un barco rumbo a Málaga, para después terminar en Donostia. Su historia se repite hoy con otros nombres. «No hay futuro para los jóvenes en nuestro país»

Domingo, 4 de diciembre 2022

Mohamed El Kahan se hizo adulto antes de tiempo. Su familia necesitaba más manos para salir adelante y con 9 años comenzó a ayudar en la carnicería de sus padres, en Marruecos, hasta alcanzar la mayoría de edad. Soplar las velas encendió la cuenta atrás para abandonar su país. Con 20 años se buscó la vida en la frontera, «transportando ropa y comida de Ceuta a Marruecos». Pero aquella situación no tenía visos de prosperar y de un día para otro decidió dejar aquella vida.

Este joven de 27 años se desenvuelve con soltura en un castellano que aprendió a marchas forzadas cuando llegó en mayo de 2019 a San Sebastián. Dice estar «feliz» aquí aunque su destino sea igual de incierto. «Ojalá me den los papeles pronto. Ya no queda nada. Lo peor ya ha pasado», dice convencido de que su salto al vacío ha merecido la pena. Tampoco tenía mucho que perder en Marruecos, remarca. «Lo que vives hoy lo vives también mañana, cada día es igual. Trabajas 10 horas al día y gastas 9 euros, te quedas con 1 euro. ¿Qué haces con eso? No hay futuro ni nada para los jóvenes. Yo sabía que al llegar iba a sufrir. Solo, sin mi familia, sin dinero, sin saber el idioma...», pero asumió que era hora de marcharse.

Las pocas perspectivas de futuro en Marruecos se reflejan en el aumento de llegadas desde este país a Gipuzkoa.

Evolución de la población inmigrante

Del 2020 a la actualidad

Perfil mayoritario

Sexo

Viaja solo en busca de oportunidades de trabajo en su país de origen

Por país de origen

Honduras

5.437

Nicaragua

7.513

Colombia

6.357

Marruecos

9.774

Principales procedencias de los inmigrantes en la actualidad

100

19%

Otras

80

14%

Magreb

17%

60

UE

40

50%

Latinoamericana

20

0

La pandemia ha entorpecido los flujos migratorios.

19.732

20.000

15.000

10.000

6.060

5.000

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2019

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Evolución de la población inmigrante

Del 2020 a la actualidad

Perfil mayoritario

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Viaja solo en busca de oportunidades de trabajo en su país de origen

Por país de origen

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Principales procedencias de los inmigrantes en la actualidad

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Evolución de la población inmigrante

Del 2020 a la actualidad

Perfil mayoritario

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Viaja solo en busca de oportunidades de trabajo en su país de origen

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Honduras

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Principales procedencias de los inmigrantes en la actualidad

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La pandemia ha entorpecido los flujos migratorios.

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Evolución de la población inmigrante

Del 2020 a la actualidad

Perfil mayoritario

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Viaja solo en busca de oportunidades de trabajo en su país de origen

Principales procedencias de los inmigrantes en la actualidad

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Por país de origen

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Marruecos

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La pandemia ha entorpecido los flujos migratorios.

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2019

2020

Antes de abandonar su país estuvo durante un mes trazando el plan, viendo los movimientos de los controles policiales en la frontera y los días que llegaban los barcos a Ceuta. Llegado el momento no dijo nada a su familia y se fue sin despedirse. «No supieron nada de mi hasta que llegué a Málaga. Mi madre me dijo: 'pero hijo mío, ¿qué has hecho?' Lo que más me duele es mi madre, que soy el mayor de la casa, tengo 9 hermanos», dice sonriendo al traerlos a su memoria aunque acto seguido su mirada se torna amarga. «Lo más seguro es que ellos hagan lo mismo que yo. Allá todo el mundo lo piensa», comenta.

«Prefería morir»

Mohamed emprendió su periplo solo, como polizón en un barco que transportaba cargamento rodado hasta Málaga. El objetivo no era llegar bien, sino simplemente «llegar». Iba encajado en un escondite imposible, «enganchado entre las ruedas de un camión hasta entrar en el barco. Fueron más de 17 horas ahí abajo metido, dentro de dos ruedas, sin comida, ni agua. Íbamos más de ocho personas». 17 horas de horror. Pero «prefería morir» en aquel trayecto que quedarse por más tiempo en su país sin ninguna esperanza.

«Durante el viaje piensas todo el tiempo: 'ahora van a cogerme, van a cogerme'. Con el tiempo te das cuenta de todo lo que has pasado. En ese momento no era consciente», afirma Mohamed, que enseña una foto de aquel trayecto enganchado debajo del camión. «No vas a creer que soy yo» , avisa. La imagen es impactante. «Mira mi cara de qué color está, compárala con mi mano. Estábamos llenos de grasa. Hacía muchísimo calor ahí dentro. De repente pasa algo y ya estás muerto. Pero aún y todo arriesgas porque lo que dejas es peor».

Al llegar a Málaga, «nos lavamos la cara en el río y me acogió un amigo en su casa para ducharme y cambiarme de ropa. Me acompañó a comprar el billete de autobús a San Sebastián. Yo tenía plan para ir a Bilbao pero me dijo: 'Ahí vas a estar mejor'», apunta.

A su llegada a Málaga después de 17 horas de travesía. «En este río nos estuvimos limpiando la cara», recuerda.
Imagen - A su llegada a Málaga después de 17 horas de travesía. «En este río nos estuvimos limpiando la cara», recuerda.

Mohamed, que rememora como si fuera ayer la incertidumbre que vivió durante el trayecto en aquel autobús. «No sabía a dónde iba, qué me iba a encontrar, por dónde iba a empezar... Llegas a un país sin saber el idioma, solo, sin dinero y te quedas en la calle». Estuvo durante ocho meses durmiendo al raso, una «experiencia muy muy dura. El invierno de 2019 fue muy duro en San Sebastián. Todos los días lloviendo, con mucho frío, sin ropa... Me entraba miedo por las noches. Venía la Guardia Municipal a las cuatro de la mañana y te echaba de donde estuvieras durmiendo. Me decían 'Aquí no puedes estar, tienes que levantarte'. Y te marchas pero sin saber a dónde ir», reclama.

¿Como conseguía el dinero? Se encoge de hombros.

La historia de Mohamed podría ser la de cualquier otro joven nacido en un país «sin oportunidades». Parques, bancos y cajeros son el hogar de cientos de inmigrantes que no entienden de leyes de Extranjería ni el laberinto de la burocracia. La plaza San Juan de Irun es otro de los lugares a donde llegan centenares de inmigrantes, en su mayoría africanos, mientras aguardan el momento de dar el salto a Francia. Unas llegadas que no cesan mientras la policía francesa endurece los controles dentro de su política de vigilancia antiterrorista.

Mohamed estuvo malviviendo ocho meses en la calle hasta que supo del centro Hotzaldi de Cáritas. «Entraba a las nueve de la noche y a las nueve de la mañana salía. Estaba todo el día en la calle. Pedía comida en el albergue y a las 12 horas iba a por el bocadillo todos los días». Así transcurrieron 10 meses hasta que «encontré una habitación de alquiler en un piso compartido con un compañero. Me dieron una ayuda Covid para poder pagarla. El alquiler me cuesta 350 euros más los gastos. Cáritas me da ayuda para poder pagar el piso que están muy caros».

Han pasado tres años y seis meses y aunque la travesía ha sido dolorosa tiene «fe» en que «la cosa mejore. Por eso estoy aquí», dice agradecido por todo el apoyo que está recibiendo por parte de «muchísimas personas, que me están ayudando mucho. Desde Cáritas, SOS Racismo, mis amigos del fútbol y el resto de la gente. San Sebastián me ha acogido bien. Aquí me siento muy bien y para nada discriminado», afirma. Con el paso de los años, la sociedad vasca se ha mostrado cada vez más inclusiva, aunque sigue habiendo diferencias según el origen de la persona. Precisamente el colectivo magrebí es el que mayor rechazo social sigue sufriendo, según recogió el último barómetro de Ikuspegi.

«Sabía que al llegar iba a sufrir pero en Marruecos no hay futuro. Mi sueño es montar un negocio de fontanería y casarme»

El castellano de Mohamed mejora día tras día, ha terminado un curso de fontanería y ahora trabaja de prácticas en un bar de la Parte Vieja donostiarra. «Ojalá lleguen pronto los papeles, están en trámite. Yo quiero trabajar. Llegué aquí para mejorar no para dar un paso atrás ni andar haciendo tonterías. Si quería problemas bastaba con quedarme en Marruecos», zanja dando por contestados a quienes le señalan con la mirada.

Hay días que se siente solo. «Llevo cuatro años sin ver a mi madre, solo la veo a través de la pantalla del teléfono. Está esperando a ver cuándo vuelvo, pero a mí me gustaría quedarme aquí. Tengo muchos sueños por hacer, como montar un negocio de fontanería, casarme…». Y sigue soñando.

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Créditos

  • Texto Patricia Rodríguez

  • Narrativa visual Iñigo Puerta e Izania Ollo

  • Vídeo y fotografía Dani Soriazu y Félix Morquecho

  • Edición web Iñigo Galparsoro y Gorka Sánchez

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