«Llegué de Marruecos con 15 años y ahora he abierto mi negocio»
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Ayman ha pasado de ser un menor extranjero no acompañado a sacarse ADE y emprender en Tolosa. «Ha sido duro, pero estudiar era mi sueño»La vida en Marruecos es «difícil». Prosperar resulta «un reto inalcanzable» para la mayoría de personas que residen en este país del norte de África. Sin embargo, muchos sueñan con estudiar y tener un trabajo cualificado. Ese era el caso del joven Ayman Seddik, que ... llegó a Gipuzkoa cuando apenas tenía 15 años –ahora tiene 32–. Por aquel entonces, su idea no era quedarse a vivir en el territorio. Ni siquiera se lo había planteado. Hacía un tiempo había sido intervenido del corazón en su país, pero había que repetir la operación porque «algo» había fallado. «La cirugía rondaba los 20.000 euros en Marruecos, mientras que en Francia era mucho más económica», recuerda desde Tolosa, donde acaba de abrir una pastelería-panadería a la que le ha puesto el nombre de 'Aradulce'. Su padre había fallecido unos años atrás y, junto a su madre, se sacó el visado de turista y, «con la documentación en regla», se dirigió hacia el país galo. Pero de camino hicieron parada en Gipuzkoa porque su ama «tenía familia aquí». Les gustó lo que vieron y tras la operación regresaron.
Ayman ya había sido intervenido de nuevo. Todo parecía marchar sobre ruedas y, tras conocer la vida fuera de Marruecos y con la idea, «siempre, de prosperar», su madre y él decidieron afincarse en Gipuzkoa. ¿El problema? El visado estaba a punto de caducar. Pasaron los días y se convirtieron en 'sin papeles'. Tenían que buscar una solución a su situación si querían seguir en Europa. Él ingresó en un centro de menores de la Diputación mientras ella viajó a Bruselas, donde «por diferentes motivos» pensó que «iba a ser más sencillo» regularizar su documentación. «No fue fácil», admite Ayman. «Lo entendí, porque siempre he sido bastante responsable y confié en la decisión de mi madre, pero hasta entonces no sabía siquiera lo que era un centro de menores. Ahí, cada uno tiene sus problemas y a veces adaptarse no es sencillo», se sincera.
En total, son cuatro hermanos, dos chicos y dos chicas. Aunque primero fue él quien dejó Marruecos junto a su madre, después les siguieron el resto de familiares que se habían quedado en caso. A diferencia de Ayman, ellos «hicieron el viaje arriesgando sus vidas», en modos de los que prefiere no hablar. Finalmente, todos terminaron en diferentes recursos de acogida de la Diputación. El motivo es claro, «la situación en Marruecos no era sostenible».
Ayman siempre ha querido estudiar. Es más, cuando era joven su sueño era «ser enfermero», como su padre. Pero la vida no se lo puso fácil. Ya en el centro de acogida, «tener buenos educadores» le ayudó a salir adelante sin despistarse en el camino, «que no siempre es fácil». En esa época, se sacó la ESO y el Bachillerato y cuando cumplió los 18 años llegó el momento de tomar la decisión de dar el salto a la universidad. «El problema fue que el sistema está preparado solo para financiar la carrera durante dos años», por lo que su deseo de convertirse en enfermero o en profesor, que era su segunda opción, se esfumó. Pero lejos de quedarse de brazos cruzados, optó por un grado superior en Integración Social y durante once años ha sido educador, lo que le ha permitido ayudar a personas que han pasado por vivencias similares a las suyas y que, en muchas ocasiones, «se han sentido solas y perdidas».
Durante ese tiempo, estuvo en contacto «con todo tipo de chavales, locales y extranjeros, aunque sobre todo 'menas'», explica. Y, tras años de experiencia, le surgió la oportunidad de ser socio de la empresa para la que trabajaba. Solo entonces se inscribió en la universidad. Era su momento. «Estaba estable, tenía mi propia casa y me sentía integrado», apunta. Aunque le costó «mucho», porque primero tuvo que hacer un grado superior y conseguir ahorros, lo logró. Y entonces se decantó por la carrera de Administración y Empresas (ADE). ¿Pero por qué ese giro de guion? «Me gustó la idea de poder abrir mi negocio. Quería salir del tema social», reconoce. Era el más mayor de clase pero eso no le frenó para aprobar todo, «incluso forjar amistad con algunos profesores» y «cambiar» su vida.
El mundo empresarial «siempre»le ha gustado, sobre todo lo relacionado con «la gestión. Empecé a querer montar mi empresa y así surgió la idea de 'Aradulce'», relata. «Llegué de Marruecos con 15 años y ahora he abierto mi negocio», insiste orgulloso del camino recorrido. Cuando hizo la matrícula de la universidad «ya sabía que iba a emprender». Y empezaba a tener los primeros esbozos sobre su futuro negocio. «A mi madre siempre le ha gustado cocinar, sobre todo dulces», cuenta. «Creí pertinente hacer algo que me diferenciara del resto, basándome en las tradiciones de mi país y en la ayuda que podía proporcionarme mi madre, que ha colaborado activamente en la decoración del local», ubicado en la calle Mayor de Tolosa.
Él ha crecido con comida hecha en casa. Cuando era pequeño, su madre se desvivía por Ayman y sus hijos y les cocinaba todo tipo de dulces árabes, «hechos especialmente a base de frutos secos». Para Ayman, abrir un local con gastronomía típica marroquí era una oportunidad de negocio que ha decidido explotar porque «todavía es difícil encontrar este tipo de productos en Gipuzkoa», asegura este joven afincado en Berrobi. Él se encarga del pan, su mujer Ouiame Yamani es la pastelera y una de sus hermanas, Ikhlas Seddik, la encargada de atender a los clientes una vez cruzan la puerta de entrada al local.
Cuando Ayman piensa en el joven que se afincó en Gipuzkoa «para conseguir un futuro mejor» pese a tener que entrar en un centro de menores sonríe. Ha logrado su objetivo. Lo ha pasado «mal, pero ha merecido la pena». Sin embargo, todavía le hierve la sangre cuando se encuentra con alguien que le hace recordar que él no es guipuzcoano, sino marroquí. «Porque yo me siento totalmente integrado, pero siempre hay detalles que te hacen ver tu origen. Todavía hay miedo por las personas extranjeras y hay que terminar con ese discurso para ayudar a que los inmigrantes se integren sin sentirse discriminados».
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