Secciones
Servicios
Destacamos
Diego Fernández Tortosa
Viernes, 23 de agosto 2024, 02:00
Pequeñas personas en pequeños sitios, haciendo pequeñas cosas, pueden cambiar el mundo. Ese es el lema que han acuñado Goretti Olazábal y nueve compañeros estudiantes de Medicina, que este verano han ido a la República Democrática del Congo (RDC) para atender diariamente a más de 100 mujeres. Esta joven de 22 años dejó en julio las comodidades de su Azkoitia natal durante dos semanas por una buena labor: enrolarse en una expedición para detectar el Virus del Papiloma Humano (VPH) en mujeres del país centroafricano y tratar de evitar la proliferación de casos de cáncer de cuello uterino.
Goretti se considera a sí mismo una chica «diferente» y no es difícil imaginar el porqué. Mientras sus amigas estaban en los Sanfermines o disfrutando de la playa, ella escogió sacrificar medio mes de verano tras estudiar un largo cuarto año de carrera. «Cada uno tiene sus prioridades. Sanfermines son todos los años, pero oportunidades como esta solo se dan una vez en la vida», recalca.
La joven azkoitiarra, que aspira a ser ginecóloga, recuerda cómo reaccionaron sus padres cuando se enteraron. «Me preguntaron si sabía dónde me estaba metiendo y, aunque al principio me daba algo de miedo, me motivó pensar que podía dar a esas mujeres todo lo que nosotros tenemos en España», explica. Reconoce que es algo con lo que llevaba soñando una temporada. «Hace tiempo que quería ir al país, y me ganó el pensar que así puedo dar un poquito de mí a los demás». Y es que Goretti llevaba tiempo queriendo hacer algún tipo de voluntariado, hasta que este año le ha llegado la oportunidad de la mano de su universidad y de la ONG 'Amigos de Monkole'.
El proyecto, que recibe el nombre de 'Elikia' (que significa 'esperanza' en el idioma nativo Lingala), lleva activo ocho años. Está dirigido por Luis Chiva, profesor y director del Departamento de Ginecología y Obstetricia de la Clínica Universidad de Navarra, y lo conforma una comitiva de diez estudiantes, que forman una «gran familia».
El objetivo de la estancia es establecer un sistema de cribado de cáncer cervical sostenible, económico y eficaz para la población femenina del país. «Me pareció que estaba hecho a medida para mí», explica la estudiante.
Su labor es importante ya que, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el VPH es el causante de casi el 100% de los casos de cáncer de cuello uterino. Este, a su vez, es uno de los más mortales. De acuerdo con el Instituto Nacional de Cáncer, la tasa relativa de supervivencia a cinco años es del 60% de no diagnosticarse pronto. Una cifra que, no obstante, aumenta hasta el 90% cuando se diagnostica de manera temprana. «Usando la PCR este año hemos podido dar resultados el mismo día», celebra la guipuzcoana.
Goretti destaca varios retos de la experiencia que ha vivido. El primero es la propia mentalidad de las mujeres con respecto a la salud. Sobre todo, lo más complicado es que «comprendan» lo importante que es acudir a las revisiones. «Muchas se ponen muy nerviosas cuando les dices que tienen el virus porque su interpretación es que tienen cáncer, y eso allí es básicamente una sentencia de muerte», explica.
Esta perspectiva que tienen de la salud también está condicionada por la situación social del país. La República Democrática del Congo es un país donde la guerra civil, que ocurrió en los años 90, ha dejado huella. Este fue otro de los argumentos que utilizaron sus familiares cuando les contó su plan de verano. «Pensé que igual sí podía ser superpeligroso, pero la expedición lleva haciéndose muchos años y nunca les ha pasado nada. Tienen un entorno superprotegido», recalca la joven. Esta inseguridad ha provocado una pobreza generalizada que les ha condicionado la opinión que tienen de la salud: «Es muy complicado llegar y hacerles entender que hay cosas que pueden mejorar».
Otro de los retos está relacionado con la cultura. Junto a los estudiantes hay un grupo de sanitarios locales que también reciben formación. Según dice, es una parte «muy importante» del proyecto, ya que son ellos quienes se encargan de dirigir el programa cuando los jóvenes se marchan.
Pero, a pesar de las dificultades, la experiencia ha sobrepasado sus expectativas. Aunque al principio las mujeres locales parecían reacias a recibir ayuda, la situación no tardó en cambiar exponencialmente. «Es una gente muy agradecida. Cuando te ven siempre te dan un abrazo y te dicen que van a rezar por ti, y eso me llenaba», explica.
También destaca la fuerza de carácter y la resiliencia de las mujeres del segundo país más extenso de África. «Recuerdo a una chica que tiene un cáncer de cuello superavanzado. Pero lejos de quejarse, lo primero que hacía era darnos un abrazo y preguntarnos cómo estábamos. Y con una sonrisa enorme», comenta con tono pausado y con dejes de ilusión en su voz.
Para el grupo médico el día comenzaba a las 7.00 de la mañana. Después de desayunar, acudían al centro de atención, donde pasaban la mayor parte del día. Ahí es donde realizaban los PCR y las citologías. Después se daban los primeros resultado. En caso de que fueran positivos, se daba paso al tratamiento con termoablación. Al acabar la jornada, aparecía otro reto: el de darse una buena ducha reparadora. «Ducharse es una verdadera odisea allí. Todo el rato se está yendo la luz y el agua», recuerda la joven azkoitiarra.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Ángel López | San Sebastián e Izania Ollo | San Sebastián
Fermín Apezteguia y Josemi Benítez
Fernando Morales y Álex Sánchez
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.