el mejor consejo: NO te caigas
El árbol de la ciencia ·
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El ser humano es un animal bípedo. Abandonar la vida en los árboles y comenzar a caminar apoyado en dos piernas supuso un enorme dilema. Quedarse en los árboles era más seguro que saltar a la sabana y competir con los depredadores carnívoros. Este cambio ... en las condiciones para la supervivencia significó un gran salto evolutivo y posibilitó el éxodo masivo de Homo Sapiens desde Africa al resto del planeta. Quienes optaron por quedarse en los árboles, siguen ahí. La bipedestación es un atributo casi exclusivamente humano. Por eso, es tan importante y sus alteraciones provocan tanta discapacidad. En 2017, murieron en España casi trece mil personas a consecuencia de una caída. Además, una caída grave aumenta el riesgo de morir a lo largo del año siguiente. No en vano un buen consejo para los mayores de 40 años es «No te caigas».
Un profesor de Neurología explicaba que se obtenía mucha información sobre la salud general y neurológica de un paciente con solo observar su marcha. El modo de caminar de un individuo abre las puertas a numerosos diagnósticos. Hay marchas características, como la de quien ha sufrido una hemiplejia por un ictus, el lento caminar del parkinson, la marcha desgarbada, casi bailona, de quien padece un corea (o baile de San Vito), el caminar como un caballo de quien sufre una afectación de un nervio de la pierna, el andar anadino de los pacientes de dolencias musculares, la marcha titubeante que caracteriza a los problemas del cerebelo o el deambular cauteloso de quien tiene muchos infartos cerebrales o padece agorafobia. Las caídas son especialmente frecuentes en ancianos y obedecen a la conjunción de varios factores (visión reducida, sordera, medicamentos, artrosis y otras enfermedades).
La forma de andar es un reflejo de la personalidad y estado anímico. La persona tímida camina con paso corto y rápido, con la cabeza gacha, mientras la extrovertida lo hace con paso firme y mirada al frente, saludando. Quien está atravesando un periodo de tristeza, frena su paso, bracea poco y varía su rumbo. Por el contrario, la felicidad te impulsa y caminas un poco elevado, sin casi tocar el suelo. El deambular también puede ser un indicador de la salud futura. En una gran ciudad se camina rápido por el estrés de la vida moderna. Andar con lentitud es un ejercicio poco vigoroso y se asocia a mayor mortalidad. ¡Hay que avivar el paso! Dina Katabi, del MIT, ha estudiado con sensores la marcha de 64.000 personas y asegura que se detectan síntomas de enfermedades, problemas de peso y la necesidad de ajustar dosis de medicamentos. En el fondo confirma lo que decía el viejo profesor de Neurología. Una curiosidad: la manera de andar parece contagiosa. Un estudio en el que sus jóvenes participantes pasaban dos horas con ancianos, mostró que su paso se ralentizaba al salir de la residencia. El cuerpo es sabio y adapta sus movimientos conforme envejece sin necesidad de pensar en ello. Caminar es el paso de la vida. Lo cantaba Luis Aguilé: Camina, camina, no mires atrás.
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