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La calle de la memoria
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1896 | Antiguos cinematógrafosEl año 1896, pocos meses después de que los hermanos Lumière hicieran la presentación del cinematógrafo en el Salón Indien del Gran Café de París, el cine llegaba a San Sebastián. El 24 de junio de forma informal y, desde el 6 hasta el 13 ... de agosto, ofreciéndose en un kiosco instalado en la Alameda, frente al kiosco de la música, proyecciones de «fotografías animadas en tamaño natural» programadas durante todo el día hasta casi la media noche.
Pudo leerse en la prensa de la época que «los asistentes, que esperaban con impaciencia el comienzo del espectáculo, prorrumpieron en aplausos cuando contemplaron la realidad de aquel invento, no siendo descriptible cómo se aprecian todos los detalles sin perder un solo movimiento, causando admiración el ver cómo se mueven aquellas gentes, cómo corren los tranvías y pasan los coches».
Fue el comienzo del desarrollo de un nuevo descubrimiento que pronto se prodigó por toda la ciudad, contándose en San Sebastián, el año 1899, hasta tres locales destinados a ofrecer sesiones de cinematógrafo, en las que no faltaban alicientes complementarios que iban desde la subasta de cuadros hasta las actuaciones musicales y los números de circo. Tanto el Salón Edison, en el número 14 de la calle del Pozo, hoy Alameda del Boulevard, como el Salón Murillo y el Salón Goya, figuran entre los primeros cines establecidos en San Sebastián, junto a los de Farrus o Farrusini, Rocamora y Sanchis, estos dos últimos procedentes de las Ferias de San Juan, en cuyas barracas, instaladas en el paseo del Urumea, actual Arbol de Gernika, ofrecían distintas versiones que incluían desde sombras chinescas hasta exhibiciones de fonógrafo, animáscopo, cinebiógrafo, orquestófono y kinetoscopo.
Se escribió en 'La Voz de Guipúzcoa': «El 'Metropólitan Cinematour Exprés' es el cinematógrafo más curioso que hemos conocido. Instalado sobre raíles, en el recinto ferial, se trata de un falso vagón de ferrocarril que, a guisa de sala de espera, tiene un vestíbulo en los falsos andenes por el que se accede a los asientos. Cuando suena el pito del 'jefe de estación' se oye la campanilla y la pared del vagón se convierte en lienzo de cine, viéndose imágenes que hacen sentir los efectos que producen el movimiento y la trepidación de un tren en marcha».
A juicio de don Alvaro del Valle Lersundi, el primer salón de cine que en la ciudad merecía tal nombre era el del Palacio de Bellas Artes, de la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País, en la calle Euskal Herria. Dícese que su socio, Ambrosio Díaz, compró en París un cinebiógrafo, «que era lo más moderno que se podía adquirir», comenzando las proyecciones el 2 de diciembre de 1900. El palacio fue destruido por un incendio el año 1913. Este año, en San Sebastián había 14 salas donde se proyectaban películas.
Las dos primeras décadas del siglo XX fue la hora de los cines de café. Cualquiera de ellos que se preciara de serlo, entre licores y refrescos, debía incluir a diario funciones de cinematógrafo. Otros cines que no figuran en las habituales nóminas de los habidos en San Sebastián, aunque cierto es que a otro nivel, fueron el Charola, en la calle Matia, destruido por un incendio, los parroquiales y los distintos colegios que los fines de semana convertían su salón de actos en cines donde triunfaban el Gordo y el Flaco y los besos brillaban por su ausencia.
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