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Aquel sábado 20 de julio de 1912 eran varias las posibilidades de pasar una velada, acudiendo a las distintas ofertas de ocio que se presentaban, ... entre otros lugares, en los cafés de la ciudad.
En el Café del Norte (calle Garibay), en sesiones de tarde y noche, además de poder degustar sus famosos helados de pistacho, horchata y chufa, se anunciaba la actuación del cuarteto mejicano que los últimos días llenaba sus veladores, y en el Café Oriental (en la Alameda), amenizados por el notable sexteto que habitualmente animaba la sala, tarde, noche y medianoche, se ofrecían sesiones de cinematógrafo.
No era poca la oferta musical de esta jornada estival. Por la mañana, 'La Perla del Océano' anunciaba un concierto con obras de grandes maestros, y el Gran Casino invitaba, tarde y noche, a sus conciertos de la orquesta titular, bajo las órdenes del maestro Larrocha; en el Boulevard, entre bucólicos paseos bajo el frondoso arbolado, la Banda Municipal de Música ejecutaba el concierto de las tardes veraniegas.
1912
Acontecimiento artístico con el que San Sebastián vio cumplidos sus anhelos de tener un teatro digno de la ciudad
Para quienes optaban por iniciativas más frívolas, el Teatro Colón presentaba a las hermosas y notables artistas de varietés Aurelia, Nosreip, Mlles. Greddy y Bella Celeste. Los amantes de la pelota, en el Frontón Moderno, pudieron ver jugar a Egúsquiza y Aramburu contra Campitos y Alberdi, y para los 'foot-ball-eros', futuros futboleros, aunque todavía no se hubiera inventado la palabra, en Ondarreta jugaron la Real Sociedad y el 'Vie au Gran Air de Medoc'.
Entre tanto, para desmontar «la idea tan extendida de que vivir en San Sebastián era caro», el Restaurante Bar España, en la calle Esterlines, daba almuerzos (comidas) a tres pesetas y comidas (cenas) a tres cincuenta, siendo su plato estrella el «bacalao a la vizcaína».
Gabriel Díaz colaboraba con este planteamiento comentando que la comida y bebida resultaban mucho más baratas si se compraban en su tienda de ultramarinos, sita en San Marcial 46. Garbanzos nuevos 60 céntimos el kilo, alubias de León a 55, arroz y fideos finos a 55, y «a precios tirados, vinos y licores de marcas acreditadas».
Y entre una cosa y otra, la ciudad estaba a punto de vivir uno de los acontecimientos culturales más importantes de su historia teatral: la Sociedad Fomento de San Sebastián inauguraba el Teatro Victoria Eugenia.
Se puso en escena la obra 'En Flandes se ha puesto el sol', de Marquina, a cargo de la Compañía María Guerrero y Fernando Díaz de Mendoza. «La representación fue intangible, tratándose de directores de tan enorme como justo prestigio, decorado bonito y con 'sabor' flamenco, vestuario lujoso de irreprochable propiedad, armas de la época, y todo, en fin, lo preciso para alejar la idea de la ficción y dar la de la realidad».
María Guerrero, la actriz más grande de cuantas pisan escenarios, estuvo colosal y Díaz de Mendoza se hizo aplaudir con estricta justicia. A Emilio Thuiller le bastaron las dos escenas que tiene en la obra para arrancar ovaciones. El telón se alzó varias veces a la terminación de todos los actos. Escribieron los críticos que «el acontecimiento artístico se calificó por la solemnidad que lo rodeó, y con él San Sebastián ha visto cumplidos sus anhelos de poseer un teatro digno de la ciudad», no siendo de extrañar que «caballeros hubo que ofrecían hasta 50 duros por una butaca, y no la encontraron».
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