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Bendición de las campanas de la iglesia de los Carmelitas. Kutxateka
1915 | De las carmelitas a los carmelitas
La calle de la Memoria

1915 | De las carmelitas a los carmelitas

Javier Sada

San Sebastián

Lunes, 14 de octubre 2024, 00:04

Ya suenan las campanas del campanario, las buenas aldeanas van al rosario», se canta en la zarzuela de Jesús Guridi 'El Caserío', y así fue como a partir de mañana, aunque las campanas se colocaron más tarde, el Amara de toda la vida, hoy llamado zaharra, tuvo ocasión de contar con una iglesia en la que se oirían campanas. Corrían tiempos en los que, más en las zonas rurales que en la urbanas, el vecindario todavía sabía interpretar el sonido que llegaba desde los campanarios. Se alarmaba con las llamadas a rebato, entristecía con los lúgubres tañidos que anunciaban muerte y sonreía con los toques festivos.

A partir de mañana, 14 de octubre de 1915, los amaratarras se 'independizaron' del Buen Pastor porque, aunque la nueva iglesia no era parroquia y por tanto seguían siendo feligreses del 'buenpas', el Carmelo pronto fue mucho Carmelo y aglutinó al personal a través de unos frailes, los padres carmelitas descalzos, que supieron ganarse al barrio.

Era el año en el que se inauguró el local social del Orfeón Donostiarra, en la parte superior del Salón Bellas Artes, en la calle Urbieta; cuando salieron a la calle las revistas y semanarios donostiarras 'El Ciclón', 'Ki-ki-rri-ki', 'El Pitorreo' y 'El Pitorreo y medio'; se aprobaron los planos del ensanche de Zurriola, se inauguró en Gros el parque de atracciones Amerikan Park y nació en San Sebastián Vicente Escudero, firmando en DV durante décadas como Tristán de Easo (música) y Juan de Eguizale (pelota).

El 14 de octubre fue un día otoñal en el que mil turistas llegaron a la ciudad, mil doscientos salieron y 4.600 siguieron disfrutando de San Sebastián. Se llenó la nueva iglesia para la ceremonia de consagración, presidida por el obispo de la diócesis, Prudencio Melo, asistiendo el exalcalde conde Torre Muzquiz llevando la representación de la reina María Cristina.

Los seis primeros frailes carmelitas llegaron a San Sebastián el año 1907, alojándose en la Parte Vieja

Para el día siguiente, 15 de octubre, festividad de Santa Teresa, estaba prevista una gran procesión en la que desde las carmelitas de la Parte Vieja se trasladaría el Santísimo hasta los carmelitas de Amara. Se engalanaron todas las calles del recorrido, siendo muchos los colectivos religiosos dispuestos a participar, pero… llovió de madrugada, llovió durante el día y amenazaba seguir haciéndolo por la tarde. El acto fue suspendido.

Era llegado el momento para que los cronistas recordaran que la historia de los carmelitas en San Sebastián comenzó cuando el padre Bernabé de Jesús, María y José, superior del convento de Pamplona, fue invitado por la Comunidad de Carmelitas Descalzas para que diera los ejercicios espirituales. Observando que en San Sebastián no había convento masculino de la orden, inició gestiones que concluyeron en 1907, cuando, autorizado por el definitorio, llegaron seis religiosos. Los servicios para el culto fueron acogidos por las carmelitas, en la Parte Vieja, y para residir, provisionalmente, encontraron piso en la calle del 31 de Agosto.

La lluvia suspendió la procesión que desde Santa Teresa llegaría hasta la nueva iglesia de la calle Pedro Egaña

Terminó la provisionalidad y peregrinaron hasta la casa de Rafael Eriz, en la esquina hoy calle Virgen del Coro con Mari, antes de alojarse en la Casa Vicarial de las monjas de Santa Teresa, que había quedado vacía por el fallecimiento del capellán Cesáreo Apalategui, donde permanecieron hasta que en la fecha aquí recordada, 14 de octubre de 1915, se llegó a la consagración del templo de la calle Pedro Egaña, gracias a la disposición de Rosa Seminario, viuda de Atanasio Osácar, teniente de alcalde de San Sebastián, que facilitó la nueva residencia, diseñada por el arquitecto Juan José Gurruchaga.

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