Hoy, 11 de julio de 1916, se produjo una de esas anécdotas que ocurren cada mucho tiempo y que, por ello, permanecen en el recuerdo.
Publicidad
Las tertulias que los aficionados formaban en el hipódromo eran altavoces para su difusión y, así, en ocasiones, llegaban a ... las páginas de los periódicos para asombro de quienes veían desde fuera, y como algo exótico, cuanto rodeaba a «los caballos de carreras».
El Hipódromo donostiarra se había inaugurado el día 2 de julio «añadiendo a los esfuerzos constantes de sus hijos, hospitalarios y alegres, que saben recibir al forastero como a hermano, el lindísimo y hermoso Hipódromo de San Sebastián».
Desde Pamplona, Bilbao, Bayona… llegaron trenes especiales, se agotaron los coches de alquiler, los de caballos coparon la carretera y, para colmo, «algunos de los automóviles a motor quedaron atascados entorpeciendo el acceso a un aparcamiento que había quedado pequeño desde primeras horas de la mañana».
Publicidad
1916
Cuando se retiraban todos los caballos menos uno, al que quedaba se le consideraba ganador aunque no corriera
Dígase que solo en el 'tendido de los sastres', también llamado 'el de la tortilla', se reunieron más de tres mil personas. Llamábase de esta forma la ladera del monte desde la que se podía ver las carreras sin pagar entrada, hoy diríamos que «comiendo un bocata».
Entre carrera y carrera «los cocheros, chaufferes, guardias en situación de descanso y aficionados, montaban, sobre la hierba, improvisados casinos de apuestas mientras jugaban al mús y degustaban riquísima sidra».
Publicidad
Tan novedoso resultaba el espectáculo que cada cual «contaba su fantasía según le iba en ella», siendo así que quienes acudieron a dicho 'tendido' disfrutaban por haberse ahorrado «los seis duros que costaba la entrada», cuando en realidad tan solo valía dos pesetas.
No faltaron «aficionados muy enterados» que comentaban sus saberes, asegurando que «los caballos tan solo se alimentaban de tortilla a la francesa y flan, consumiendo casi trescientos huevos diarios».
Publicidad
Surgió el asunto porque en las tiendas de ultramarinos de Lasarte se estaban vendiendo extraordinarias cantidades de comida, debido «no, como se ha dicho, a lo que comen los caballos, sino a que los días de carreras de duplica la población».
Fue lo cierto que en aquella primera temporada del Hipódromo se programaron 43 reuniones y, más concretamente, los primeros días de julio las hubo los días 2,4,5,6,9 y 11 (suspendidas por lluvia los días 4 y 5).
Publicidad
Y así llegamos a la mencionada anécdota del día de hoy, martes 11 de julio. Se corrió la primera carrera, 'Premio Resistencia', ganada por Milton, del Conde la Cimera, montada por Grant, y llegó la hora de la segunda: 'Premio Essai des Buliches', dotada con 5.000 francos, pero…
Se trataba de una prueba reservada a potros menores de dos años, que debían correr un kilómetro en línea recta y que fue ganada por un caballo que no corrió. Se habían inscrito siete, pero seis se retiraron ante la retadora arrogancia de 'Court Train', del famoso millonario Vanderbilt, montado por O'Neille.
Noticia Patrocinada
Ante esta situación, denominada 'Walk-Over', el reglamento decía que «será considerado ganador el caballo que corra o se disponga a correr en solitario, por abstenerse los demás inscriptos».
Desconociendo el significado de las nuevas palabras que iban incorporándose al lenguaje habitual de cada día, no faltaron quienes pidieron se eliminaran términos como 'football, offside, penaltis, pelousse y ahora walkover'.
Suscríbete los 2 primeros meses gratis
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Las zarceras tras las que se esconde un polígono industrial del vino en Valladolid
El Norte de Castilla
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.