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Ante un acontecimiento musical cuyo anuncio ocupó las casi totalidad de las primeras páginas de los periódicos locales, Ramón Usandizaga, «que tanta devoción pone en ... el recuerdo de su hermano, Joshe Mari», comentó algunas curiosidades sobre cómo surgió la obra 'Mendi Mendiyan'. El año 1910 se pensó en realizar una campaña de ópera vasca y José Power ofreció a Usandizaga el libreto de 'Mendi-Mendiyan'. Tardó seis meses en musicarlo como una «pastoral vasca» que, aquel mismo año, se representó en Bilbao y al año siguiente en San Sebastián.
Sucesivos arreglos convirtieron la obra en una ópera que, por su prematura muerte (1915), Joshe Mari no pudo conocer cuando fue ofrecida, el año 1916, en Bilbao, dirigida por Lamothe, y estrenada en San Sebastián tal día como el de hoy del año 1920.
Fue programada en el teatro Victoria Eugenia en honor a los consejeros que participaban en la reunión de la Liga de las Naciones, recordada hace unos días en La calle de la Memoria. Escribieron los cronistas que «quienes conocíamos la primitiva versión, como égloga pastoril con recitados a estilo de clásica zarzuela, nos encontramos no ya sorprendidos, sino verdaderamente asombrados, anonadados, ante el formidable alarde de técnica e inspiración de José María Usandizaga, en las postrimerías de su vida efímera y gloriosa».
1920
La ópera vasca que asombró a cultivados e inteligentes críticos, conocedores de las obras de los grandes maestros
La orquesta, formada por sesenta y cinco profesores procedentes de la Sinfónica, de la Orquesta Real, de la Banda de Alabarderos y de la Municipal de Madrid, estuvo dirigida por el maestro Antonio Saco del Valle. El Orfeón Donostiarra cantó en los momentos de la romería, salve y aurresku', interviniendo Martina Larzabal, «contralto, donostiarra, cuya voz se descubrió en un banquete del Orfeón Donostiarra»; Camino Béjar, tiple, y los cantantes Corts, el tenor que estrenó en Madrid 'La llama'; Celestino Aguirresarobe, barítono; Gabriel Olaizola, bajo, y Remigio Peña, «notabilísimo artista que no quiso dedicarse al teatro, donde le esperaban grandísimos triunfos».
En 'La Voz de Guipúzcoa' pudo leerse que «salimos del teatro a la una y media de la madrugada experimentando tal emoción, que al poner la pluma sobre las cuartillas dudamos en ser capaces de poder reflejar nuestros sentimientos... No podemos internarnos en el campo de la crítica, no somos capaces de hacerlo, por ello diremos que la impresión en el público fue de asombro y mucho más todavía entre los cultivados e inteligentes extranjeros, conocedores de las obras de todos los grandes maestros».
El Orfeón Donostiarra ofreció un homenaje póstumo a su director honorario, José María Usandizaga, representando la ópera que nos ocupa en este comentario, con el protagonismo de personas que pueden verse en la fotografía adjunta: Juan Gorostidi (director), Gregorio Beorlegui, Ramón Usandizaga, Fidela Campiña, Carmen Caballero y Jesús Aguirregaviria. Debe recordarse, sobre la dilatada vinculación de Joshe Mari Usandizaga con el Orfeón Donostiarra, que una de las primeras relaciones que encontramos entre ellos figura en declaraciones hechas por Secundino Esnaola cuando, siendo director, dijo que «de uno de los que más he aprendido es de Joshe Mari».
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