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Cabe suponer que, siquiera por proximidad, Iñigo López de Oñaz y Loyola (Azpeitia 1491 - Roma 1556), que más tarde tomaría el nombre religioso de Ignacio ... de Loyola, siendo canonizado en 1622, visitó en alguna ocasión, aunque no haya documentación sobre ello, la ciudad de San Sebastián.
Sí sabemos que, siquiera a modo póstumo, y en forma de reliquia, San Ignacio de Loyola estuvo dos veces en la capital guipuzcoana: en 1921 y 1956.
La mañana del 13 de mayo de 1921 llegó a Hendaya, en el expreso de París, el Prefecto Provincial de Roma, P. Meccinelli S.J., portado la reliquia del azpeitiarra, fundador de la Compañía de Jesús, con motivo del cuarto centenario (1521-1921) de la herida que sufrió en Pamplona. Llevada la reliquia a la parroquia de Irún y, con las naves repletas de público, se cantó un solemne Te Deum durante la ceremonia religiosa que se prolongó hasta las tres de la tarde, momento en el que llegó la Diputación.
1921
La reliquia de San Ignacio de Loyola llegó a San Sebastián los años 1921 y 1956, aniversarios de su herida y muerte
Entre cohetes, banderas y vítores se formó una comitiva hasta la calle Aduana, donde esperaban los automóviles. El trayecto hasta San Sebastián «fue un verdadero paseo triunfal». En Oyarzun, Rentería, Pasajes y Herrera las mujeres se arrodillaban y los hombres se santiguaban. Coros y músicas se repartieron por todo el trayecto.
La reliquia llegó directamente a la iglesia de San Ignacio donde ya estaban el Ayuntamiento y la Diputación en Corporación. Se despejó el templo de mujeres, «con gran descontento del bello sexo», permitiendo se quedaran tan solo los hombres que participarían en la procesión que llegaría hasta el Palacio Provincial. «Puede decirse que San Sebastián entero se echó a la calle y que hasta los tranvías interrumpieron su marcha».
Cantó el Orfeón Donostiarra en el Salón del Trono donde se depositó la urna, y no faltaron los discursos alusivos a la figura de San Ignacio. Antes de cantar un Te Deum en la iglesia de los Jesuitas, donde se trasladó la reliquia, se dejó entrar en la Diputación «a la turbamulta de mujeres para que viesen el altar y los adornos».
Por la mañana del día siguiente, en nueva caravana, la reliquia fue trasladada a Azpeitia donde, antes de regresar a Roma, fueron tan numerosos y solemnes los actos celebrados que citarlos escapan a este comentario.
El 23 de abril de 1956, con ocasión del 400 aniversario de su fallecimiento, la reliquia de San Ignacio volvía a Gipuzkoa tras un largo peregrinaje por ciudades europeas.
Llegó a Pasajes recorriendo Lezo, Rentería, Irún, Fuenterrabia y el Pueblo de Igueldo; visitando hospitales, colegios, residencias y una larga relación de instituciones religiosas antes de llegar a la parroquia del barrio de Loyola, después de haber sido llevada a Zorroaga y La Salle, permaneciendo en Herrera hasta su entrada triunfal en San Sebastián el día 27.
Recibida por el Provincial de los Jesuitas, Francisco Ibiricu, y custodiada por numerosas 'scootets', llegó hasta la Avenida donde miles de personas la esperaban agitando pañuelos y cantando la 'Marcha de San Ignacio'. Junto al obispo, Jaime Font Andreu, estaban en Corporación el Ayuntamiento y la Diputación, Cabildo del Buen Pastor, clero secular y regular, Caballeros de San Ignacio… Portando la reliquia el Prelado de la diócesis, la procesión continuó hasta la calle Loyola, rindiéndosele honores en el atrio de la catedral.
El 28 de abril visitó las Reparadoras, Colegios Marianistas y Compañía de María, Santa María y San Vicente y en días sucesivos las parroquias de San Ignacio y San Sebastián, terminando en los Jesuitas. El 5 de mayo fue llevada al Santuario de Loyola.
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