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La calle de la memoria
1923 | Involuntario abordaje en el puertoEl pez grande se come al chico y el barco duro quiebra al endeble. Así ocurrió hace un siglo, en la salida del puerto donostiarra, ... cuando un vapor de acero rozó a otro de madera, el 'Ibai-Oria', que zozobró. En 'La Voz de Guipúzcoa', edición del 1 de noviembre de 1923, contaron así aquel suceso que «pudo revestir graves consecuencias».
«Entre tres y media y cuatro de la mañana, hora en que habitualmente se disponen a zarpar para sus faenas los vapores, había en la bahía ocho o diez de éstos. Dentro del puerto se encontraban tres o cuatro, que cargaban carbón. Fueron saliendo, y al hacerlo el 'Ibai-Oria', de la Compañía Vasco-Malagueña, se situó, con luces, enfrente de la boca del muelle, esperando a la pareja».
Pronto llegaría el involuntario 'abordaje'. «Detrás había una flotilla de tres o cuatro barcos, que emprendieron la salida con pequeñas diferencias de tiempo. Al arrancar uno de los vapores, y apenas había iniciado la marcha, abordó por la banda de babor en mitad del casco al 'Ibai-Oria', que por efecto de la marejada estaba algo de costado».
1923
A la salida de los barcos pesqueros del puerto donostiarra, uno tuvo un encontronazo con otro. Como este, el 'Ibai-Oria', era de madera y el otro de acero, el casco se quebró y debieron regresar «con el agua hasta la cintura»
Según narraban en 'La Voz de Guipúzcoa' hace cien años, «el encontronazo fue de consideración, pues en seguida comenzó a penetrar agua en el vapor y precisamente en el departamento de máquinas, que estaban a toda presión».
El resultado del 'encontronazo' fue desigual por las características distintas de ambas embarcaciones. «Como el vapor que abordó tiene el casco de acero y el del 'Ibai-Oria' es de madera, pudo muy bien el primero salir indemne del encuentro y continuar su ruta hacia las calas, como lo hizo, creyendo que el accidente había carecido de importancia».
No había sido así. «La tripulación del 'Ibai-Oria' se dio cuenta en seguida del peligro que corrían. El maquinista subió a cubierta y dijo al patrón que temía que hicieran explosión las calderas, pues había comenzado a anegarse el departamento. El maquinista y el resto de la tripulación se condujeron con verdadera serenidad, alejando el peligro de que volaran en plena bahía, pues en seguida enfilaron a puerto y, trabajando con el agua hasta la cintura, quitaron presión».
Sin embargo, el pesquero, construido en Pasaia, tuvo una segunda vía de agua...
«Ya al enfilar Cai-Arriba marchaba el 'Ibai-Oria' muy dificultosamente, por falta de presión, por lo cual hubo necesidad de maniobrar desde tierra con calabrotes para poder salvar el barco y hacerlo embarrancar. Pero entonces tropezó con uno de los malecones de la entrada y se causó una importante avería en popa, por la que también empezó a entrar agua».
Lograron meterlo hasta el muelle del barrio de La Jarana, donde costó días sacarlo a flote. Hubo dificultades para identificar al vapor que le había pegado, dado que se sabía que era de la Casa Solano pero esta poseía varios barcos.
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