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Día y noche grandes en San Sebastián hace un siglo. El 28 de septiembre de 1924 se inauguró el monumento del cementerio de los Ingleses, ... en Urgull, con presencia de la Casa Real, muestras de amistad hispano-británica y un festival náutico nocturno.
Lógicamente, no se inauguraba el cementerio de los Ingleses en sí, que las tumbas de los oficiales de la Legión Auxiliar Británica que fallecieron mientras apoyaban a las tropas liberales en la Primera Guerra Carlista (1833-1840) llevaban tiempo en este romántico rincón del monte Urgull. No, lo que se desvelaba era el monumento situado junto al cementerio, ese conjunto escultórico con promontorio y gran inscripción que los chavales siempre conocimos como 'el Águila', por la impresionante figura que lo remataba, y que aprovechaba parte de las figuras del fallido monumento del Centenario levantado en Alderdi Eder en 1913.
Asordep resumió en 'La Voz de Guipúzcoa' así el acto de inauguración: «Por la mañana, el descubrimiento de la lápida conmemorativa del cementerio de los ingleses, acto solemne, con todo los atractivos de rigor: soldados, músicas, bandas, uniformes, salvas, recuerdos de tiempos pasados, y todo esto teniendo por escenario el cielo y el mar (...)».
La inauguración estuvo cerrada al público general, dada la afluencia de invitados y las limitaciones de espacio en el rincón de Urgull. Entre las autoridades y convidados estaban las reinas María Cristina y Victoria Eugenia, el príncipe de Asturias, el infante Jaime, el embajador de Gran Bretaña, el profesor de Oxford sir C. Oman, la duquesa de San Carlos, el duque de Sotomayor, los marqueses de la Torrecilla y el general Arzadun. Todos llegaron en coche hasta el recién construido Paseo Nuevo, entonces denominado del Príncipe. Luego subieron a pie, excepto los reyes: «Hasta el monumento sólo subieron los carruajes de la Casa Real, y con alguna dificultad».
Hubo emocionantes discursos, como el del alcalde Juan José Prado, quien afirmó: «Cada donostiarra llevará en su corazón grabadas las palabras: 'Inglaterra nos confía sus gloriosos restos. Nuestra gratitud velará su eterno reposo'».
A continuación, las reinas descorrieron la bandera de San Sebastián que cubría la lápida conmemorativa, que en inglés y castellano decía y dice: «A la memoria de los valientes soldados británicos que dieron la vida por la grandeza de su país y por la independencia y la libertad de España».
Hace un siglo desfilaron entre salvas de ordenanza las tropas británicas del buque 'Malcolm' y los marinos españoles del 'Reina Victoria Eugenia'.
Como «el espectáculo más ideal que puede imaginarse» describieron el festival náutico y pirotécnico que cerró la jornada.
«La bahía, iluminada; los montes, dibujando con puntos de oro en el cielo sus siluetas y veredas; los barcos, hechos ascua de fuego, y el espacio, cruzado por millares de cohetes y bengalas, que el agua reflejaba multiplicándolos; bóveda de fuego de múltiples colores, tracas atronadoras, que hacían trepidar el suelo; en fin, un mágico conjunto, imposible de describir, cuyo recuerdo no se borrará jamás de nuestra imaginación».
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