
La calle de la memoria
1924 | Extraían arena «con el agua hasta la barriga»Secciones
Servicios
Destacamos
La calle de la memoria
1924 | Extraían arena «con el agua hasta la barriga»Hasta los años 70 fue habitual la imagen de los areneros o gabarreros en el Urumea. Venían desde Loiola con sus largas barcazas o gabarras ... durante la marea baja, fondeaban entre los puentes de María Cristina y del Kursaal y, metidos en el agua, las cargaban de arena acumulada en el río, que vendían.
Hace un siglo, en la edición de 'El País Vasco' del 7 de marzo de 1924, encontramos una crónica firmada por Don Melitón bajo el encabezamiento 'Desde mi atalaya', que describía aquella estampa...
«Cuando el mar se ha tragado casi del todo el agua del Urumea, llegan con el último esfuerzo de la corriente que baja, unas gabarras negras como la conciencia de un usurero. En ellas vienen unos hombres fuertes y coloradotes. Son los que hurgan en el fondo del río y extraen la rubia arena».
«Ayer de mañana llegaron dos gabarras. Tres tripulantes en conjunto. Con gran calma y pinchando el fondo con un remo, buscan el banquito de arena. En cuanto lo encuentran se miran. Primero, un buen beso a la bota de vino y en seguida, ¡zas!, al agua».
1924
Los areneros o 'gabarreros' aparecían con la marea baja en el tramo final del Urumea. «Sacan cinco o seis paladas de arena, se miran satisfechos y con la misma gravedad de un oficiante empinan la bota de tinto»
«La gente desocupada, que nunca falta en los puentes, siente carne de gallina ante este baño helado que como si tal cosa se aguantan los 'guisones' de las gabarras. Pero ellos, con el agua hasta la barriga, ¡tan frescos! Sacan cinco o seis paladas de arena, se miran satisfechos y con la misma gravedad de un oficiante empinan la bota de tinto. Con la subida de la marea, los gabarreros dejarán su obra y satisfechos de la vida, saldrán suavemente hacia Errota-chiqui».
Qué bonita aquella descripción de 1924 (y qué importancia parecían darle al complemento de la bota de vino). El observador de 'Desde mi atalaya' merodeaba por la zona de los puentes y, además de fijarse en los gabarreros, se detenía en las gaviotas...
«Ayer también atrajeron mi atención la cantidad de gaviotas que pululaban entre los puentes de Santa Catalina y María Cristina. Era una nube inquieta. Me senté sobre el pretil que da al paseo de Francia, atraído por la algaraza de los volátiles».
«El caño colector dejaba correr sus aguas rojizas, como si vinieran de un matadero. Aguas que deben tener un buen surtido de cosas comestibles, porque las gaviotas se precipitan sobre ellas con ensañamiento, con gritos de júbilo y pico rapaz».
«Pero he observado que también entre las gaviotas hay, como en todas partes, los 'jaunchos' y caudillejos. Las hay que comen sin buscar su alimento, porque se lo encuentran todo en su punto».
«Dos o tres gaviotas se mecían tranquilamente en un charquito. Cerca de ellas, esperando que las aguas del caño arrojaran algo para sus voraces estómagos, había otras. Allí estaban como las centinelas de una avanzada. En cuanto veían la presa codiciada lanzaban un grito estridente. Era la señal. Las gaviotas que se mecían en el charquito se estiraban un poco, y sin escrúpulo ninguno se engullían el mejor manjar. Vi repetidas veces esta operación y solito, para mi capote, me reí con ganas. Si se pudiera votar por aquellas gaviotas aprovechadas, mi voto sería para ellas. ¡Qué bien estarían caciqueando en una Diputación o un Ayuntamiento!».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Recomendaciones para ti
No te pierdas...
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.