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Tras un tiempo intentando hacer sombra al casi imbatible Gran Casino, el verano de 1924 el Gran Kursaal brilló frente a su competencia. Sin embargo, ... era el canto del cisne, que muy pronto, el 31 de octubre del mismo 1924, tuvo que cerrar su casino, tras la prohibición del juego por Primo de Rivera, y comenzaría su decadencia.
Pero nos situamos todavía en el 10 de septiembre de aquel año, cuando el Gran Kursaal publicaba dos grandes anuncios en la primera página de 'La Voz de Guipúzcoa'. Uno, con su programa general del día, que incluía dos actuaciones en su teatro, a las 15.30 del violinista Antonio Fernández Bordas y a las 17.00 de los 'Bailes fantásticos' de Loie Fuller, además de un 'thé dansant' a la misma hora en su 'restuarant-dancing'.
El otro anuncio se centraba en el acontecimiento del día y del mes, la celebración desde las 21.30 de 'La Fiesta del Mar', una 'soirée aristocrática' temática para la que se advertía: «El traje de etiqueta es obligatorio para señoras y caballeros. Precio del cubierto: 15 pesetas (sin vino). Se reservan mesas».
1924 El arquitecto y artista Paul Tissier
transformó el Gran Kursaal en un fondo abisal para la Fiesta del Mar. En su fantástica decoración, «peces de todas clases, mariscos, monstruos marinos en armoniosa combinación»
Nos pasamos a la edición de 'La Voz de Guipúzcoa' del día siguiente para saber cómo transcurrió hace un siglo aquella peculiar velada para la alta sociedad.
«'Fiesta del Mar' se llamó, y a fe que nada podría artificialmente proporcionar la ilusión de la inmensidad azul como el salón del restaurant, preparado con arte por el gran artista Paúl Tissier. Por obra de su imaginación creadora, el amplio salón se había transformado en fantástico fondo de mar».
«Nada faltaba allí para que la ilusión fuese perfecta –y enumeraban en 'La Voz de Guipúzcoa'–: peces de todas clases, mariscos, monstruos marinos en armoniosa combinación, que hacían del salón, con el decorado vistoso y apropiado del mismo, un trozo del fondo del mar, transportado al gran centro de recreo para que en él se celebrara la fiesta proyectada».
La celebración incluía cena y un espectáculo con varios participantes...
«Loie Tuller y sus aristas, con trajes apropiados al carácter del festival, ejecutaron diversas danzas, siendo aplaudidísimos, como así también la encantadora y gentil June Day, la orquestina Marimba Excelsior Guatemalteca y el jazz-band Seven Hot Boys».
«Los concurrentes a la fiesta, en número aproximado a seiscientos, fueron a continuación obsequiados con objetos artísticos, recuerdos de la fiesta. Se bailó animadamente hasta bien entrada la madrugada, y todos, como siempre, salieron satisfechísimos de la fiesta».
Entre los seiscientos asistentes al evento de inspiración marina en el Gran Kursaal estaban el gran duque Oskoff, los señores de Vignols, Churchs, Paternina, Harmsworth o Suárez Meirás, los marqueses de Villafuerte, Hernani, Solá y Los Altares, la condesa de Olova...
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