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La historia recuerda a aquellas novelitas románticas con muchachas enamoradizas prendadas de alguien que les sacaría de su entorno para iniciar una nueva y feliz ... vida... o acaso les lastimase. En la edición de 'El País Vasco' del 19 de noviembre de 1924, sin embargo, no lo contaban como una ficción sino bien real. Leamos.
«Este verano llegó una compañía al teatro Victoria Eugenia», de la que formaba parte «un muchacho que cruzó la vereda de los veintitrés años, se dedica a escribir comedias y zarzuelas y siente que le aletea la juventud en el corazón, impeliéndole a buscar el trato con las mujeres jóvenes y... guapas».
Ahí entraba en acción una donostiarra de 16 años, «una muchachita linda, modesta y coquetilla». La chica se enamoró perdidamente, en 'El País Vasco' suponían que «más que del mozo, de la aventura que se le ofrecía».
La compañía hubo de marcharse de San Sebastián, pero hubo promesa de reencuentro y empezó una intensa relación epistolar entre los dos jóvenes, mientras ella empezaba a ahorrar dinero.
Al final, cogió un tren hasta Valencia, donde estaba su amor, y se marchó de casa sin decir nada. «Tan llena de fuego amoroso y de entusiasmo de aventurería iba la futura actriz que no advirtió que la ropa que llevaba era de verano. Cuando llegó destemplada a Valencia, nadie le esperaba. «El Amor había salido en un vagón de segunda, horas antes, en franca huida».
La historia de hace un siglo terminaba con su disgusto y el de su familia. En el periódico decían con dureza que, acompañada por una pareja de policías, «la muchacha tornará al redil paterno contrita, avergonzada, sin contratiempo alguno y temerosa de que sus hermanos y su padre le propinen la descomunal paliza que merece».
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