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La calle de la memoria
1924 | El relativo incógnito de un príncipeAntaño eran habituales las visitas de la aristocracia y la realeza a nuestra ciudad. En ocasiones eran viajes oficiales, que incluían recibimientos, actos protocolarios y ... recepciones. Otras veces se trataba de visitas no oficiales. Aquel fue el caso de la estancia en San Sebastián de Enrique de Mecklemburgo-Schwerin, príncipe consorte como esposo de la reina Guillermina de los Países Bajos (entonces se decía Holanda).
Hoy nos llama la atención de que, aunque se considerase su visita como «de riguroso incógnito», la prensa local informara sobre ella con todo detalle y publicase fotografías del miembro de la familia real holandesa. En la edición de 'La Voz de Guipúzcoa' del 21 de marzo de 1924 podía leerse: «Hoy, a las nueve de la mañana, llegará a nuestra ciudad el rey consorte de Holanda, príncipe Enrique de Mecklemburgo. Como el viaje lo hace de riguroso incógnito, no se ha dado aviso oficial a las autoridades ni se le tributarán los honores correspondientes a su alta jerarquía».
1924
Hace un siglo visitó San Sebastián Enrique de Mecklemburgo, príncipe consorte de la reina de Holanda. Pese a ser un viaje «de riguroso incógnito», salió fotografiado en la prensa y recorrió la ciudad sin la menor discreción
Ya se avisaba de sus movimientos previstos: «El príncipe, desde la estación, se trasladará con su acompañamiento al hotel María Cristina y, después de descansar breves momentos, marchará a Pasajes, con objeto de visitar el crucero de guerra que allí se halla anclado esperando órdenes de salida, pues es el que se ha destinado para trasladar a su país al príncipe».
Los marinos holandeses del crucero 'Kronsbeck' fondeado en Pasajes ya se habían hecho populares por las calles donostiarras y hasta habían acudido al frontón Moderno.
Sería oficialmente una visita de incógnito, pero de discreta, nada. Resultaba imposible no percatarse de la presencia de Enrique de Mecklemburgo.
Según informó 'La Voz de Guipúzcoa' al día siguiente, «como el rey consorte viaja de incógnito riguroso, sólo salieron a recibirle a los andenes de la estación del Norte el general gobernador, señor Arzadun, su ayudante el secretario señor Pastrana y el cónsul de Holanda en San Sebastián, señor Ibarra. El príncipe llegó acompañado del ministro de Holanda en España, el ayudante del rey, señor Obregón, y de dos ayudantes de campo que le acompañan en su viaje».
Aunque se había anunciado que iría pronto a Pasajes, lo dejó para el día siguiente, pero no estuvo desocupado. En el hotel María Cristina «recibió en audiencia al comandante del crucero de su país que ha de llevarle a Holanda, y al barón de Najer, antiguo ayudante del ex kaiser Guillermo II».
«A las once de la mañana, el príncipe y su comitiva salieron en automóviles para dar un paseo por la población. El príncipe se detuvo en diferentes comercios, haciendo compras, y visitó el palacio real y el Monte Igueldo, donde permaneció un gran rato».
Después de comer en el hotel, por la tarde fue a visitar el santuario de Loiola. Al día siguiente marcharía a Biarritz, antes de embarcar con rumbo a Bilbao y, de allí, a su país.
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