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Pónganse de tiros largos, que en la calle de la Memoria de hoy nos vamos de boda. A un enlace en la parroquia, que aún ... no catedral, del Buen Pastor, entre dos novios de familias distinguidas que reunió a la alta sociedad donostiarra y española de hace un siglo. Sabemos sus detalles gracias a la crónica que publicó el periódico 'El Pueblo Vasco' el 13 de septiembre de 1924.
«Para las once de la mañana, en las inmediaciones del Buen Pastor se había congregado muchísimo público deseoso de presenciar el desfile de la novia e invitados al enlace del distinguido ingeniero de la Compañía Transatlántica Española don Enrique de Satrústegui con la bella señorita Clotilde Abrisqueta, boda que constituyó un espléndido acontecimiento mundano, al que asistieron aristocráticas familias de Madrid, Barcelona y Bilbao y de la alta sociedad donostiarra».
«A los acordes de una marcha nupcial entró en el templo la gentilísima desposada, acompañada de su padre y padrino el ingeniero de Caminos, don Luciano de Abrisqueta».
¿Cómo iba vestida la novia? La tienen en la fotografía de arriba, pero hace cien años la describían así: «Clocó, como la llaman sus amistades, estaba bella y sencilla, ataviada de crespón marocaine con encajes de Bruselas. El vestido, firmado por Worth, en una novia tan interesante adquiría nuevos valores y atractivos. El largo velo de tul con magníficos encajes de Malinas completaba la toaleta nupcial, realzando los encantos de la novia».
1924
Máxima expectación ante la boda entre «el distinguido ingeniero» Enrique de Satrústegui y «la bella señorita» Clotilde Abrisqueta. «Aristocráticas familias y la alta sociedad donostiarra» admiraron... a la madrina
Por cierto, que llevaba la cola del velo «el niño Javierito Muguiro y a sus lados iban las lindísimas hijas menores de los barones de Satrústegui».
Brillaba la madre y madrina del novio, la baronesa de Satrústegui, que según la crónica «vestía precioso traje negro adornado con plumas, y llevaba la clásica mantilla española, valiosísima; lucía maravillosas joyas, entre las cuales llamó la atención un magnífico 'collier de chien' en forma de corona de barón. Era una madrina de singular belleza y distinción que fue justamente admirada».
Ofició la sonada boda el prelado diocesano Fray Zacarías Martínez Núñez. Firmaron como testigos «por la novia: don José Abrisqueta, don Ramón Santamaría, don Manuel Mercader y don Luis Gaytán de Ayala; y por el contrayente: sus tíos don Alberto Fesser, don Jorge de Satrústegi y don Alejandro Padilla (representando a su hijo político don Ignacio Muguiro) y su primo don Patricio de Satrústegi».
Nada menos que 185 comensales acudieron al posterior banquete en el chalet de los padres de la novia sobre La Concha. «La comida estuvo amenizada por un sexteto alternando con los 'chistularis', dando una típica nota y rindiéndose culto a las costumbres guipuzcoanas. Luego se organizó una gratísima fiesta mundana, bailando la juventud hasta bien entrada la noche».
Se indicaba que el viaje de novios sería por el extranjero, «visitando la exposición de Wembley». El padrino «hizo partícipe de la alegría de tan fausto suceso al personal afecto a sus industrias reuniéndolo en banquete, y no se olvidó de los pobres de San Sebastián, pues se sirvieron comidas extraordinarias en los Asilos de Caridad y Reina Victoria Eugenia».
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