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Cuando en Semana Santa tan solo había actividades que se consideraban propias de la Semana Santa, cuando se recomendaba al vecindario no alejarse fuera de ... la ciudad, hasta lugares desde donde no se pudiera regresar antes del anochecido, para poder asistir a las procesiones; cuando las emisoras de radio solo ofrecían informativos y música sacra, los cines películas de 'romanos' y los bailes estaban desaparecidos, durante toda la semana se reflejaba ambiente sobrio en las calles y las familias, con traje de domingo, acudían a las celebraciones religiosas.
Terminados los ejercicios espirituales de la Cuaresma y tras el Viernes de Dolores y el Sábado de Pasión, llegaba el día de hoy: Domingo de Ramos. Terminaba la prohibición de comer carne los viernes, aunque en 1509, el Papa Julio I concedió la 'Bula de la Santa Cruzada' o 'Bula de carne' que a cambio de un pequeño óbolo permitía consumirla, hasta que en 1966 fue anulada por el Papa Pablo VI.
El Domingo de Ramos, el siglo XVII y siguientes, la procesión con palmas y laureles salía de Santa María para llegar a San Vicente, donde se procedía a su bendición. Al crearse en 1949 la Diócesis de San Sebastián, la procesión se trasladó a la catedral del Buen Pastor. En San Vicente se celebraba la 'Ceremonia de la bandera' o 'Función del Vexilla', «de la que no hay ejemplo en catedral ni iglesia alguna». Creada en 1738 por el párroco de dicho templo, se celebró hasta bien entrado el siglo XX y significaba «el triunfo de la Cruz sobre la Bandera que, tras ondear, terminaba rendida en el suelo».
El lunes y martes tenían lugar los Vía Crucis, siguiendo las catorce estaciones tradicionales, si bien, en 1991, Juan Pablo II propuso y 'estrenó', en el Coliseo romano, con algunas variantes, el llamado Vía Crucis Bíblico. En 1955, el Papa Pío XII reformó la liturgia de Semana Santa y al Sábado de Gloria sucedió el Domingo de Resurrección. El nuevo calendario afectó al Miércoles Santo, jornada en la que el vecindario encontraba ocasión para desempolvar un viejo instrumento que se guardaba en las ganbaras: las carracas. Era costumbre acudir con ellas al Oficio de Tinieblas para, en el momento de la muerte, hacerlas sonar de la forma estridente, recordando los truenos que según la tradición siguieron a aquel momento.
El Jueves Santo, «los niños acudían cantando hasta la casa del alcalde, de donde sacaban una imagen de Jesús que era llevada hasta San Vicente», y, por la noche, paseada en una procesión a la que solo acudían mujeres. En 1927 se fundó la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, que durante 40 años sacó procesión el Jueves Santo desde el Buen Pastor. Destacaban «los Romanos, las Tres Marías y los Apóstoles con las Siete Palabras». Salvo el paso del Descendimiento, propiedad del Ayuntamiento, los demás siguen desfilando en Corella y Valladolid.
Recordada la muerte de Cristo era la hora de que el alcalde, «con gran esmero y precaución», fuera el encargado de custodiar, en su casa, las llaves del Sagrario, y estos días «no se uncía a los animales, ni se les llevaba al trabajo», y los niños se iban pronto a casa y a la cama porque «estando Jesús preso, los demonios andaban sueltos».
El muy antiguo Vía Crucis en Urgull sigue celebrándose la mañana del Viernes Santo, siendo una de las pocas ocasiones en las que, antaño, por ser el monte fortaleza militar, los paisanos tenían libre acceso. Visitados por la mañana los monumentos de las iglesias, por la tarde salía la ancestral procesión de San Vicente, que hizo su último recorrido en 1970.
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