Ayer mañana estuve en la playa de Ondarreta y tuve ocasión de admirar a bellísimas muchachas en número verdaderamente extraordinario».
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Tal vez suene a rancio, ... no decimos que no, pero ¿seguro que no les apetece que fisguemos por la playa de Ondarreta de 85 años y observemos a las «bellas sirenas» como hacía el cronista de DV Ángel Azcona en el estilo de entonces?
Aquel artículo costumbrista, publicado el 7 de septiembre de 1939, continuaba así...
«Reunidas las amistades en diferentes grupos, se comenta en éstos la jornada anterior, el traje de fulanita, el último se dice, se proyectan planes para la tarde, en fin que en tan agradable compañía charlando y recibiendo las caricias del sol pasan las horas velozmente».
«Recuerdo la esbelta silueta de una encantadora rubia que tocaba su cabeza con un descomunal sombrero de paja. Este tiene el gran inconveniente de impedir la contemplación de una cara bonita».
Azcona casi veía en peligro su masculinidad ante el empuje de aquellas activas chicas...
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1939 Día de playa.
El cronista de DV Ángel Azcona se asomaba a Ondarreta y curioseaba en lo que en sus arenas hacían y hablaban grupos de «bellísimas muchachas en número verdaderamente extraordinario»
«Yo nunca he sido un maestro de la natación, pero sí llegaban antes mis conocimientos y preparación de la misma para competir con ventaja con cualquier señorita. En cambio ahora, me guardaré mucho de hacer alardes de tritón bajo la mirada de una de esas bellas sirenas que con la misma naturalidad que se fuman un pitillo le dicen a uno: Acompáñame. Vamos a la isla a nado. Estaremos de vuelta enseguida».
«Conozco a un muchacha –seguía el cronista en 1939– que hace este recorrido dos veces al día. Acostumbra visitar nuestra ciudad todos los veranos y, aunque súbdita de una nación hermana, aquí la consideramos como una donostiarra más. Frecuenta un selecto grupo de la zona de la playa destinada al Cuerpo diplomático».
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¿Tienen hambre? Aquellas muchachas que pasaban las horas en Ondarreta, sí...
«Mucha es la gente que en un día como el de ayer, decide almorzar en la playa. El aire del mar indiscutiblemente es el mejor aperitivo y por lo tanto la llegada de los víveres es esperada con verdadera impaciencia».
Alguna hasta se lanzaba sobre cualquier comestible...
«Una señorita no pudo aguardar más el envío de su casa y se comió tres peras enormes que reservaba para el postre. Otra, con muy poco disimulo, fue dejando sin tortilla a sus compañeras que habían optado por no iniciar el almuerzo hasta la llegada del resto de la comida».
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Así acababa aquella incursión playera, que precedía al habitual registro de viajeros...
«Procedentes del extranjero han llegado los señores de Benjumea (don Ricardo). De Francia, don Javier Valle. Acompañada de sus hijas se encuentra entre nosotros la marquesa de Baztán. Llegó de Asturias don Alejandro Pidal...».
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