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Sobresalta leer el título que publicó DV en su última página el 19 de enero de 1944: «Nos quedamos sin tamborrada y peligra la tradicional ... fiesta de San Sebastián». ¿Qué pasa aquí?
Pasaba que la fiesta patronal quedó tocada tras la Guerra Civil. En 1940, los donostiarras habían vuelto a emocionarse a los sones de Sarriegui, pero el regreso estaba constreñido. Si en 1936 habían salido a la calle doce tamborradas más la infantil, tras la guerra se autorizaron sólo dos, la de Gaztelubide a las 23,45 y la Unión Artesana a las 7 de la mañana. En 1943 se recuperará la tamborrada infantil de Euskal Billera y se les sumará la nueva de Los Luises del Antiguo.
Claro que las autoridades franquistas estaban con el freno de mano puesto y en 1944 se dio un paso atrás. La idea de Euskal Billera de retomar su tamborrada de adultos organizando por primera vez un acto de arriada, «para que no estén solos los ordenanzas», se encontró con la oposición de un Ayuntamiento más preocupado por los posibles ruidos que por extender la fiesta. Enfadados, en Euskal Billera decidieron no sacar la infantil.
1944
El 20 de enero no fue día festivo. Sólo salieron las tamborradas de Gaztelubide, la Unión Artesana y los Luises. Desde las 9 de la mañana no se escuchó la música de Sarriegui. La fiesta, alertaban, «languidece peligrosamente».
Una tamborrada reducida a la de Gaztelubide en la noche de la víspera y a las madrugadoras de la Artesana y los Luises era poca tamborrada. «Es decir –escribían en 1944–, que aproximadamente a las ocho y media, o nueve de la mañana, se habrán concluido todos los actos que recuerden a los vecinos de San Sebastián que ese día celebran la fiesta de su Patrono. Pero, ¿es esto bastante?». Pues no. ¿Se imaginan un 20 de enero sin escuchar las melodías de Sarriegui desde las 9 de la mañana?
Para colmo de males, aquella edición de retroceso tamborrero no fue declarada día festivo, como en los años previos y como volvería a ser en 1945, sino que en el calendario figuró como un día laboral más.
En DV se mostraron críticos con la situación: «La conmemoración del día de nuestro Santo Patrono casi pasará desapercibida. Considerada la fecha como hábil para el trabajo, reducidos al límite más exiguo los festejos del pueblo, el día de San Sebastián de 1944 no pasará a la historia, ni se recordará con demasiado agrado después de su celebración (?)». Y le ponían un signo de interrogación porque aquello casi no era celebración.
«La Alcaldía de San Sebastián, que ha dado un motivo –¿los ruidos?– no demasiado justificado a nuestro entender, ha entorpecido el intento (de celebrar la arriada), prohibiendo la salida de la tamborrada de Euskal Billera».
Aunque al año siguiente las aguas volverían en parte a su cauce, se celebraría la Tamborrada Infantil y se declararía festiva la fecha, en 1944 temblaban: «Nos quedamos sin la tamborrada de Euskal Billera, pero no es lo que más nos importa. Tememos en breve plazo corra igual suerte la fiesta de San Sebastián, que languidece peligrosamente».
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