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Dicen quienes saben de esas cosas que en esta vida lo más difícil es crear algo. Que todo está creado y que tan solo adaptamos ... lo que ya existe. Y entre las cosas que ni mi generación ni la actual ha inventado, es el bulo. Muchas fueron las personas que vieron a Churchill disfrutando de un café en terrazas de la Avenida y las que le vieron en Igeldo admirando el paisaje donostiarra. Tampoco faltaron quienes anunciaron la llegada a Hendaia del presidente de los Estados Unidos Harry S. Truman para entrevistarse con Winston Churchill. Recordando que Churchill se entrevistó con Roosevelt en Malta antes de acudir a Yalta el día 6, se daba por cierto el encuentro de Hendaia antes del previsto en Postdam entre «los tres grandes» para ofrecer un tratado de paz a Italia, y «si no acude Truman, lo hará De Gaulle».
Pues no. Ni lo uno, ni lo otro, ni lo de más allá, pero todo bulo tenía su porqué. El 7 de julio de 1945, el corresponsal del periódico 'The Star' publicaba que «unos amigos suyos cercanos al premier británico le habían contado que si Churchill no podía bañarse en Hendaia, donde la playa no reunía condiciones ideales, lo haría en Biarritz o San Sebastián», no faltando quienes, llevados por estos rumores, «en su afán de forjar las mayores fantasías, aunque fueran tan solo un rumor», viajaron hasta San Juan de Luz «tras las huellas de los vegueros de Churchill».
1945
Los bulos y rumores anunciaban posibles encuentros de Churchill, Truman, Franco y De Gaulle en Hendaia
A favor de quienes se dejaron arrastrar por los bulos, debe citarse que «la mismísima B.B.C. afirmó que mistress y miss Churchill estaban visitando San Sebastián», reconociendo más tarde que la propia emisora se había dejado llevar por los rumores.
El Foreign Office británico, por su parte, negaba las informaciones de la prensa parisina, según las cuales «Franco irá a conferenciar con Churchill en Hendaya». Tanta confianza ofrecían los cotilleos y tanta repercusión tuvo 'la visita' que la residencia oficial del primer ministro británico tuvo que facilitar una nota diciendo que «han aparecido en la Prensa noticias de que la señora de Churchill cruzó la frontera española y marchó a San Sebastián, acompañada del coronel Ortega. Tales informaciones son completamente falsas, pues ni el primer ministro ni nadie de su séquito ha cruzado la frontera española ni piensa hacerlo».
Pero por si acaso, no fuera a ser que el rumor resultara más fiable que los comunicados oficiales… «determinadas autoridades españolas pasaron la jornada paseando en su coche por los lugares donde esperaban encontrarles». En cuanto a Truman, aunque se dijo había emprendido viaje hacia la costa vasca, navegó hasta Amberes y el propio Churchill marcho a Berlín.
Con algunos días de retraso, motivado por las circunstancias del momento, Churchill llegó a Hendaia el día 8 de julio «en busca de un absoluto descanso», alojándose en el palacio de Bordaberry. Se le ofreció una fiesta folklórico-deportiva «en la que, por aquello de la neutralidad, no fue aceptada la presencia de pelotaris, cantantes y dantzaris guipuzcoanos», actuando Ondarra y grupos de San Juan de Luz y jugaron a mano Harambillet y Sein contra Aguer y Garmendia, y en la modalidad de chistera Urruty y Lemoine. A Churchill le fue colocada la «tradicional txapela vasca» y el día 15 marchó a Berlín.
Angel Ezquerecocha, corresponsal de EL DIARIO VASCO, que cubría la visita, al terminar la estancia de Churchill en Hendaia se preguntaba: «¿Cuál será el bulo de mañana?».
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