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La calle de la memoria
1948 | Un perrazo mordedor en plena AvenidaLa hemos hecho buena con el perro del café Raga...», reconocía Txibirisko en su columna el 5 de octubre de 1948. Pues sí, toda la ... ciudad hablaba del perro sin bozal y con tendencia a morder que solía estar ante tal café de la Avenida.
A decir verdad, Txibirisko, en su sección 'Saski-naski', se refirió primero al problema del can sin identificar el café. Lo hizo así el 28 de septiembre...
«Por la Avenida anda un perrazo tremendo, propiedad de uno de los cafés allí establecidos. Va sin bozal y ha dado más de un susto a los transeúntes. El domingo ya no sólo fue susto sino un bocado a un cliente del café. Todo esto se hubiera evitado si a este perrazo se le amarrara y no se le dejara salir más que con un sólido bozal (...)».
1948
Hace 75 años, en la ciudad no se hablaba de otra cosa más que de «un perrazo tremendo» que tenían los propietarios del café Raga en la Avenida y que andaba por ahí, suelto y sin bozal, «asustando a la gente y mordiendo a quien se descuida»
Aunque entonces había muchos cafés en la Avenida de España (de la Libertad), solamente había un perro amenazador, con lo que todos los lectores sabían de cuál se trataba. Txibirisko no se molestó en ocultar la identidad de la cafetería cuando volvió a los días sobre el tema, porque había noticia...
DV, 1-X-1948: «Hace tres días señalamos el peligro que representa ese enorme perrazo del café Raga, que anda suelto y sin bozal, asustando a la gente y mordiendo a quien se descuida. El martes mordió a un cliente que estaba en el café Madrid. El jueves mordió a un industrial donostiarra. Y diariamente asusta a muchas personas».
No sabíamos la raza ni en nombre del can (pronto descubriríamos que se llamaba 'Lau') que, curiosamente, mordía a la clientela de la competencia. Sin embargo, sí que conocíamos que sus propietarios eran del café Raga, en el número 33 de la Avenida, a quienes se referían en la columna de DV.
«Creíamos que el dueño habría tomado las medidas necesarias para evitar el peligro del animalito; pero la única adoptada ha sido la de vacunarle. Ahora bien, contra la falta de respeto al público que representa el no atar bien al perro y colocarle el bozal, está el jefe de la Guardia Municipal. Y ya nos extraña que el señor Danobeitia, tan celoso de su deber, no haya intervenido para que ese perrazo deje de ser un peligro para los transeúntes».
El tema coleó y aún tal día como hoy, el 5 de octubre de 1948, podía leerse a Txibirisko en DV...
«La hemos hecho buena con el perro del bar Raga... Ahora resulta que todas las personas que han sido mordidas, sin saber por qué perro, acuden al café para ver si 'Lau' es el protervo autor de sus lesiones. Porque resulta que no hay día en que un perro desconocido no muerda a alguien. Eso justifica la necesidad de enérgicas medidas para evitar el peligro».
¿Tantas mordeduras habría o exageraban un poco? En todo caso, sumaban más casos hace 75 años.
«Don Cecilio Espinosa nos escribe contando que a un hijo suyo, que se hallaba tranquilamente en la calle, le mordió un perro que no ha podido ser localizado. Y en la duda, el niño está siendo sometido al doloroso y molesto tratamiento antirrábico». Y también hablaban de dos canes de una villa de Marruchipi, «un perro bueno –según los dueños– y un perro malo», que habían protagonizado varias mordeduras, al parecer el 'malo' pero también en una ocasión los dos.
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