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La calle de la memoria
1948 | «Un poste de trolebús» dentro de un cigarrilloNo es habitual que los lectores remitan a nuestro DV una estaca, pero pasó hace 75 años, cuando la defectuosa materia prima y los limitados ... sistemas de calidad con que trabajaba Tabacalera hacían que al fumar un cigarrillo o un puro, el consumidor pudiera encontrarse con estacas, cuando no otro tipo de sorpresas.
El 27 de octubre de 1948, un lector remitió una carta a la sección Saski-naski' de EL DIARIO VASCO. En el sobre que envió, una estaca o palito y un papel con el siguiente texto, en tono de guasa...
«Tengo el gusto de saludarle e incluir en la presente un objeto que, aunque a primera vista parece un poste de trolebús, es, sin embargo (palabra de honor) una estaca que me ha caído en suerte en uno de los paquetes de 'Superiores al cuadrado' últimamente racionados a los pacientes fumadores».
1948
Las quejas por la mala calidad del tabaco se repetían. Un lector envió al diario «un objeto que, aunque a primera vista parece un poste de trolebús, es, sin embargo una estaca que me ha caído en suerte en un paquete de 'Superioresal cuadrado'»
Había que acceder a aquellos cigarrillos de calidad no tan superior mediante cupones de racionamiento. Continuaba el irónico lector...
«Es tan hermosa esta muestra de la maravillosa calidad de los tabacos (pura hoja) que nos suministra la Tabacalera, que considero sería interesante sacar un cliché de la misma para una próxima exposición del tabaco. Tengo en casa una colección de estacas menores, del mismo racionamiento, que tendré mucho gusto en remitirle cuando disponga de un camión».
La estaca o las estacas halladas en 1948 se quedaron cortas ante otros elementos que aparecieron en el tabaco más adelante, en noviembre de 1951. DV publicó entonces la carta de otro lector que denunciaba...
«Viniendo hoy a San Sebastián, en el trolebús de Tolosa, saboreando las delicias de un 'faria', que aparte de su precio elevado –todavía por el momento es 'económico'– nos deparó la 'sorpresa', que una docena de señores pueden testificar en caso necesario, la sorpresa, repetimos, dentro del puro, de la mitad de una tuerca de hierro que –¡toque madera!– tiene las siguientes medidas: 30 milímetros de largura; 46 milímetros de anchura y seis de grueso (...)».
El hombre incluía en el sobre de su carta la pieza metálica en cuestión, que aquello parecía una moda. En esa ocasión, nuestro diario aprovechó el obsequio para publicar un dibujo a escala.
Arreciaron los comentarios en los días siguientes. En la edición de DV del 18-XI-1951 podía leerse: «La noticia del hallazgo de un trozo de tornillo en el interior de un cigarro 'farias' ha hecho recordar experiencias a numerosos fumadores. Hasta siete cartas nos llegan hoy enumerando las cosas raras que han encontrado en las cajas de pitillos o de picadura. Uno de los lectores nos dice que su mayor sorpresa la recibió hace pocos días, en que al comprar una caja de cigarrillos, éstos... eran de tabaco».
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