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La calle de la memoria
1949 | Hay que apagar una lámpara de cada dosEn los años 40, la insuficiencia de las instalaciones generadoras de energía hacía frecuentes los cortes en el suministro de luz. A veces, la situación ... se prolongaba. Así ocurrió durante varias semanas desde el 15 de mayo de 1945, cuando la Delegación de Industria ordenó en el término municipal donostiarra «la suspensión diaria del suministro de energía para todos los consumidores desde las 13 hasta las 19 horas, no pudiendo funcionar los motores de las industrias nada más que desde las ocho hasta las 13 horas».
Hubo que adaptarse a estos incómodos condicionantes y los cines debieron suprimir su primera sesión.
En febrero de 1949 la situación no había mejorado. El día 15, DV publicó una larga nota del ingeniero jefe de la Dirección General de Industria en la que anunciaba la aplicación de restricciones en el suministro eléctrico «para fines industriales» aún más fuertes, «desde las ocho y media de la mañana hasta las seis y media de la tarde. Durante este periodo de restricciones se atenderá, exclusivamente, a los servicios apreciados como indispensables para la Superioridad».
1949
Restricciones en el suministro eléctrico para uso industrial. Desde las 8:30 hasta las 18:30 horas sólo podían usar la luz los servicios «indispensables». Hoteles, bares y comercios debían apagar la mitad de sus lámparas habituales
Alegaban la necesidad de medidas tan extremas por «el constante descenso de los caudales y consiguiente disminución de las posibilidades de producción eléctrica».
Los cines volvían a perder su primera sesión, a menos que tuviesen generadores propios: «Los espectáculos públicos, cines, teatros, etc. únicamente podrán dar representaciones conectados a la red eléctrica de servicio público desde las siete de la tarde a las diez de la noche. Fuera de las horas indicadas, solamente podrán dar representaciones con energía generada por medios propios (...)».
Especialmente curiosa resultaba la orden de que los establecimientos públicos quitaran la mitad de sus bombillas: «El alumbrado de los hoteles, restaurantes, cafés, bares y similares se reducirá en un cincuenta por ciento del normal, apagando una lámpara de cada dos. Igualmente, en las tiendas y establecimientos comerciales en general se reducirá el alumbrado en cincuenta por ciento del normal, apagando una lámpara de cada dos». Además, les prohibían encender los escaparates y letreros luminosos en todo el día.
Los cortes y prohibiciones no afectaban en esta ocasión a las casas, aunque «se recomienda encarecidamente a los abonados reduzcan en lo posible su consumo limitándolo a lo indispensable».
Eran tiempos oscuros. El 17-II-1949, Txibirisko apenas se resignaba en un comentario a que «otra vez las 'petromax', las velas y las lamparillas han tenido que volver a ponerse en uso». Y añadía otro dato...
«Nadie se ha cuidado de tomar en serio esos sustitutivos del alumbrado. Las velas que por ahí se venden están fabricadas con un sebo deplorable que alumbra mal, ensucia mucho y, sobre todo, se gasta tan rápidamente que resulta de un costo abrumador».
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