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Si ahora a algunos nos parece que hacemos muchas, demasiadas colas, imagínense en la larga postguerra. Hace 75 años, en agosto de 1949, encontramos varias ... referencias a las hileras humanas en las páginas de EL DIARIO VASCO. Txibirisko, en la edición del 24-VIII-1949, hasta detectaba el surgimiento de un nuevo tipo de cola...
«Una nueva cola puede verse en las tiendas y laboratorios para aficionados a la fotografía. No se puede entrar y los encargos tardan en hacerse. Y esto es lo que resulta difícil de comprender. Se afirma que no hay carretes y rollos para las máquinas de retratar y, sin embargo, el número de fotografías que hacen los aficionados es cada día mayor. Bueno, pero ¿de dónde salen los carretes?».
1949
Hace 75 años hacían colas en las taquillas para sacar billetes de tren y en las paradas del autobús, donde muchos se colaban. Se detectó la aparición de nuevas filas de espera, que se formaban ante los establecimientos de fotografía, por la escasez de carretes
No sabemos si a ustedes pero a nosotros nos dan nostalgia los tiempos en que, en vez de disparar fotos digitales a diestro y siniestro, cada instantánea era importante y requería luego de paciencia hasta que se completaba el carrete, se llevaba a revelar, se abría el sobre con los positivos...
Hace 75 años había colas provocadas por la escasez de material fotográfico. Y también había cola ante el despacho de billetes de tren que entonces funcionaba en la calle Okendo esquina con Camino. Aquella era indicadora de en qué momento y en qué número abandonaban San Sebastián los veraneantes.
En 1949, curiosamente, intrigaba que la cola fuera más corta que otros años. Así lo comentaba Txibirisko en la sección 'Saski-naski'...
«Al ver las colas que hay en la Renfe, y que son, notoriamente, menos que otros años, han surgido apuestas. Unos dicen que hay menos colas porque se marcha menos gente, y otros dicen que es por haber menos gente para marcharse».
Al día siguiente, en la edición de DV del 25 de agosto de 1949, el mismo comentarista se refería otras colas cotidianas, las de las paradas de la Compañía del Tranvía, que provocaban irritación...
«Las colas de los autobuses y trolebuses siguen a determinadas horas como para no ponerse en ellas y hacer a pie el recorrido».
«Porque, como los conductores de estos armatostes aún no han aprendido a parar donde deben, al llegar el vehículo salen todos de la cola y trepa al autobús el que más puede o el que menos educación tiene, quedando en tierra los que estaban en la cola los primeros».
Un poco de educación, por favor. Otro día de agosto de 1949 asomaba en el diario otra cola, la del Topo...
«El otro día estábamos en la cola del despacho de billetes de la estación de Amara. Eramos muchos los que aguardábamos y poca la prisa que tenía en abrir la taquilla el expendedor de billetes. A causa de ello no sólo hubo que prolongar la espera, sino que el tren tuvo que salir con algún retraso».
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