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1954 | Los músicos y espectadores, de pie en el 'Boule'No se concibe un melómano con los ojos entornados y arrobado por las melodías musicales en posición de tente tieso» (EL DIARIO VASCO, 7 de ... mayo de 1954).
No, lo de disfrutar de la música clásica nunca ha cuadrado con la posición de estar de pie. Sin embargo, así ocurría hace setenta años. Los espectadores, y también los músicos, de los conciertos del quiosco del Boulevard, que entonces eran polo de atracción de la vida donostiarra, no tenían sillas donde sentarse. Las había durante el verano, pero antes tardaban en ponerlas. De ello se quejaron irónica pero firmemente en la sección 'Sirimiri' hace siete décadas...
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Se quejaban de que hasta el verano no se pusieran sillas para los conciertos del quiosco del Boulevard. También se lamentaban de que «cuando tenemos algo que fue bien hecho y bien conceptuado, nos complacemos en que pierda su encanto»
«Oír un concierto de pie tiene que ser verdaderamente desagradable, pero, ¡anda que tocas sin sentarse, será como para desafinar incluso el del bombo!».
«Lo decimos a cuenta de los conciertos de la Alameda. No porque todavía no estemos en verano van a dejarse de poner sillas, tanto en el quiosco para los músicos, como abajo, para los oyentes. No se concibe un melómano con los ojos entornados y arrobado por las melodías musicales en posición de tente tieso. Ya que la butaca es mucho pedir, un asiento más modesto parece indispensable para poder percibir las bellezas de un pasodoble, de un preludio o de un vals».
«Y si pasamos a música de más altura, entonces la silla o la butaca no bastan. Se impone la cama con todas sus consecuencias y el despertador al lado. Bromas aparte, póngase sillas los días de concierto».
Fin de la (muy razonable) petición. Seguimos en el San Sebastián de mayo de 1954 y nos movemos muy poquito, desde el quiosco del Boulevard hasta el mercado de la Brecha. Resulta que el edificio había incorporado algunas modificaciones en sus accesos , que no gustaban a Ángel Azcona. Antes de entrar en la materia de sus 'Ecos de Sociedad' en DV, lo expresaba así hace 70 años...
«La ciudad, como todos los años por esta época, está muy ocupada en ponerse bonita y ofrecer al veraneante nuevas reformas que le den mayor prestancia y atractivo. Todo ello me parece muy bien».
«Lo que no encuentro muy acertado es que vayan a suprimir ahora las dos únicas grandes puertas con verja que tanto sabor y armonía daban a una de las fachadas del pueblo planeadas con el mejor gusto. La del mercado de la Brecha. La entrada central quedó modificada al realizarse las últimas reformas y ahora, por lo visto, para que no 'desentonen' las laterales, se va a proceder a la unificación de líneas».
«Es una pena –consideraba Azcona–. Aquí, cuando tenemos algo que fue bien hecho y bien conceptuado, desde hace años nos complacemos en que pierda su encanto básico. ¡Sería muy larga y triste la lista de errores cometidos que no tienen arreglo!», exclamaba hace nada menos que setenta años.
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